NOTAS / OPINION
 

Comentando opiniones / por Pablo Campos - 11/2009

A mediados del 2003, luego de acordada una entrevista, me senté a la mesa de un bar de Barracas a tomar un café con Julio Gómez, editor de esta revista. Le di a leer una nota que había escrito para el boletín informativo del CAAC (1) , institución en la cual colaboré durante un año. Recuerdo que había sido mal recibida por la comisión directiva de entonces, con el argumento que “su contenido era demasiado crítico y podía traer problemas”. No la quisieron publicar. Yo no consideré ofensiva la nota y decidí buscar la mirada de otros editores. Fue así como en noviembre de ese año, salió a la calle el Nº 17 de esta revista con aquella nota titulada “Salones: un fin del principio”.
Desde entonces y hasta este número, colaboré contínuamente con esta querida revista.
Muchas notas despertaron gran polémica y debate, como “el lenguaje cerámico no existe” (Nº 21). Otras provocaron irritación en colegas; o como ocurrió con la última nota “Cerámica desactualizada” (Nº39) una motivación en algunos colegas a actualizarse en determinadas áreas, y enojo en algunos otros. Otras no han tenido repercusión, al menos notoria. Lo cierto es que cuando uno escribe nunca sabe como serán recibidas sus opiniones.
Siempre me llamó la atención que fueron muchos los ceramistas (estudiantes o profesores) que se acercaron confidencialmente a decirme que estaban de acuerdo con algunas opiniones mías, y eso es grato; pero es cierto también que las oleadas de enojos y ofensas fueron mayores, y nunca las comprendí del todo bien. Hasta el saludo de algunos se perdió en los maremotos!
También estuvieron quienes se “animaron” a escribir y entablar un debate, revista mediante. Eso creo fue lo más positivo y productivo, que sirvió a todo lector que tuvo ganas de pensar un rato, para sacar sus propias conclusiones.
Es menester tener la mirada atenta en el oficio, el de taller y el de docente, pues ambos construyen el fututo de gran parte de la cerámica argentina. ¿Qué significa tener mirada atenta y desde que lugar se puede ser crítico? Culturalmente tenemos cierta tendencia a la queja, y esta casi siempre es insustancial, regodea un problema sin dar posibles soluciones. La critica quizás está más vinculada a un análisis previo, una reflexión sobre determinada problemática y tiende a movilizar hacia algún cambio o solución del problema. Ese fue el germen de todas mis notas de opinión en esta revista. Sumar para mejorar.
Siempre las notas fueron una invitación a reflexionar sobre determinados temas los cuales considero importantes para la formación del oficio y/o la docencia, o bien sobre una visión más amplia de la cerámica como arte visual. Fueron (y seguirán siendo) un juego abierto.
¿Cómo ser ciego a estos temas, siendo docente en una institución formadora de ceramistas? Por eso siempre me sentí halagado por demás cuando alguien contestaba, refutando o adhiriendo comprometidamente alguna de mis opiniones y lo hacia mediante la revista, mediante la palabra escrita. El confrontar ideas es crecimiento, es ejercitar el sano pensar y nos hace bien a todos, ya que ahí radica el movimiento y en el movimiento está parte del cambio.
El oficio de ceramista se construye lentamente y uno termina queriendo que lo que nos da de comer sea además un placer y un ámbito de desarrollo y crecimiento personal.
En la revista fue la palabra escrita la herramienta que usé para dar mi aporte al crecimiento y mejora de nuestra cerámica. Esa fue la intención. Y seguirá siendo esa. Así de simple.
“Hacia una cerámica de la alegría” (Nº31), fue una nota que volvería a escribir, con muy pocos cambios, y es además un deseo íntimo el de sentir nuevamente que en los ámbitos de enseñanza y de trabajo vuelva a reinar la alegría y el placer del hacer una cerámica libre de ataduras y de mezquindades. Algo que regocije de verdad.
Somos los responsables.

 

(1) Centro Argentino de Arte Cerámico

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