RODOLFO EDUARDO CURCIO (1929 - 2012)
Por Vilma Villaverde
Nació en la calle Luna de Parque Patricios, el 22 de diciembre de 1929.
Comenzó a hacer los primeros cacharritos con el barro del entubado del agua corriente que encontraba en la calle, los pintaba con témpera y los vendía en el barrio. Tendría 6, 7 años y fue el primer amasado de “arcilla” y lo que menos pensaba era que terminaría haciendo cerámica.
Estudia Medicina, pero al tercer año se pasa a Arquitectura y egresa. Paralelamente a la Arquitectura comienza con la cerámica, donde se considera autodidacta, aunque estudió algo de cerámica, pintura y dibujo con Margarita Pacxa. Lo hizo como expresión, pero además resultó una salida comercial, porque en los 50’ y 60’, “la cerámica se vendía mucho”. En el año 62 se fue a Europa para conocer los lugares que sólo había visto en libros, pero nunca había visitado. El taller semi industrial que dirigía siguió funcionando a cargo de Torcuato Martínez.
Enseñaba cerámica en su taller de la calle Rondeau. En el año 57, se presentó con la obra en cerámica “La Zampoña” a un concurso en el Salón Nacional del Ministerio de Educación y sacó una mención de honor. Esto lo motivó para seguir adelante. Con Mireya Baglietto viajó a algunas provincias y visitó escuelas y más adelante hizo un curso de esmaltes con ella para conocer más sobre el tema. En su taller trabajó siempre solo, se consideraba un ermitaño pero expuso en muestras colectivas, en salones y concursos, y sus obras merecieron premios y distinciones. Participó por poco tiempo en el Centro Argentino de Arte Cerámico. En el año 1974 fué enviado por la Subsecretaría de Cultura de la Nación con la Muestra Itinerante de Cerámica a Tucumán y Santiago del Estero.
El diseño tuvo un lugar fundamental en su trabajo. Como viene con la formación de la arquitectura, no hace nada si antes no lo programa, con medidas y todo, tanto es así que cuando amasa, aunque sea en la lona tiene que hacer el dibujo. Todas sus piezas son pensadas desde el dibujo, con medidas incluidas y prefiere partir del bloque para desbastar.
Durante años se dedicó más a la arquitectura haciendo reformas y decoraciones en Punta del Este (Uruguay), en la provincia de Buenos Aires y en la Capital.
Luego de haber interrumpido la cerámica durante casi 20 años, estaba pensando activamente en futuros trabajos.
Alrededor del año 2006 me consultó telefónicamente para hornear algunas piezas y desde ese momento nos mantuvimos en contacto hasta ahora, compró un horno para porcelana y se dedicó a trabajar en ese material, participando en algunos proyectos de placas cerámicas y también realizó teteras que presentó en la 2da. Bienal de la tetera de Shanghai, donde fue aceptado y su obra figura en el catálogo.
Durante su carrera obtuvo numerosas distinciones, entre otras: 1966 Primer Premio Nacional del Fondo Nacional de las Artes, IX Salón. Desde los años 60 realizó muestras individuales en las galerías Galatea, Bonino, Esbo y Gradiva y en 1974 participa como Jurado del XVII Salón Anual. En Brasil, donde estuvo tres meses, expuso y dejó mucha obra. Sus obras se encuentran en colecciones de USA, Europa e Israel.
Fue un buen amigo del taller, por eso hoy lo recordamos con mucho cariño.
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