Recoleta
estaba linda. El sol de última hora en la última semana de
invierno lamía la plaza vacía de puestos artesanales. No era
fin de semana. Poca gente caminaba.
Sobre el pasto las sombras ya eran muy largas, y un dorado
se reflejaba sobre la cúpula del Palacio Nacional de las Artes,
más conocido como Palais de Glace. Un cartel enorme invitaba
a la 105ª edición del Salón Nacional de Artes Visuales, y
ese jueves era la ceremonia de premiación.
Y ese era mi destino. Poder saludar a unos amigos que habían
sido distinguidos, y compartir su alegría. Además ver. Ver
Los premios y menciones de todas las disciplinas, y el salón
completo de arte cerámico.
Abrí la puerta y entré al recinto. “Y yo estoy con la máquina
de mirar”(1) como dice Charly García. No había mucha gente
porque aún era temprano. Entre saludo y saludo, recorrí la
planta baja.
Tres obras lograron conquistar esa fibra que en mí está ligada
al misterio de lo sugerido, de lo reservado a la sangre viva
que recorre las venas del trabajo, eso que quizás Roland Barthes
llamaba “Punctum”(2) . Dos fotografías, el gran premio y una
mención. “Autorretrato 2” y “Presentes”(3) y una escultura,
una mención. “Brecha”(4) . Encontré en ellas eso que me gusta
encontrar. Una puerta que solo se construye cuando quien construye
va más allá de la puerta y su arquitectura, cuando el objeto
es un principio de relato y no el relato en sí mismo. Un objeto
que se enarbola con la sintaxis que propone la idea y no a
la inversa. Cuando el objeto es el vórtice donde se pudo encontrar
una buena dialéctica para amalgamar la esencia de algo más
grande e inasible. Estamos en el campo de lo sensible. Un
territorio sin fronteras.
Y luego hubo trabajos que me gustaron mucho, en algunos admire
la técnica, la factura preciosista, algún detalle. Lo artesanal
entendido desde la técnica depurada. Realmente buenos trabajos
pero sin ese “punctum”. Otros en cambio me parecieron realmente
una incoherencia del jurado, una broma de mal gusto. Pero
como la legitimización de obra a la categoría arte es subjetiva,
puedo entender que mi subjetividad difiera y que simplemente
yo no acceda a un mundo propuesto por esas obras. Es muy probable.
Y si es así, no me arrepiento.
Terminada mi incursión en planta baja decidí transitar las
escaleras, y ascender al espacio donde estaban casi todas
las cerámicas seleccionadas.
Y es aquí donde voy a intentar redondear una idea tratando
de evitar lo personal, el “qué me gusto” o “qué no me gustó”;
pues comprendo que esa nimia subjetividad a nadie debe importarle;
y sí quizás aporte algo una idea teórica pequeña y decantada,
al menos, para estar o no de acuerdo. Para dudar o pensar
cinco minutos. Solo voy a decir que hubo piezas que me gustaron
y otras realmente me parecieron de un nivel decepcionante.
Y otras puras pretensiones. Esa es mi mirada.
Trato de ordenar las ideas, de reflexionar y sacar algo en
claro.
¿Por qué motivo será difícil encontrar ese “punctum” que Barthes
desprende y vincula a la fotografía pero yo hago extensivo
a toda obra que es parte de las artes visuales? ¿Será ese
“punctum” el faro que abre la obra a otros planos y comienza
a interrogarnos? El potencial de una obra es el filo con que
hiere y hace derramar nuestra sangre para fusionarse en los
interrogantes, los misterios y hacernos salir más amplios
de esa experiencia. Y eso no es propio solo de la contemporaneidad.
Lo encontramos por ejemplo en “San Francisco en Meditación”
de Zurbarán del año 1632. En “Balzac” de Rodin del año 1898,
que exhibe la potencia fuera del modelado, o dentro, para
el caso es lo mismo lo importante es entender que el “punctum”
esta donde no se ve. En los sumi-e japoneses, llenos de vacío
y movimiento. En los Haikus que hablan de lo no escrito.
Rodin leyó toda la obra de Balzac y realizó muchísimas esculturas
antes de su trabajo final; un Sensei del sumi-e antes de lograr
captar el vuelo de un ave con cinco trazos pasa años observando
el vuelo. Como decía Johannes Itten, en sus clases de la Bauhaus,
para pintar un triángulo antes debemos ser nosotros mismos
un triángulo. Sino es pretensión.
La obra cobra Sentido y Potencia no cuando es premiada sino
cuando es Auténtica y va en ella una forma de entender el
mundo y ver la vida. Lo no real vuelto real en la soledad
y la amplitud de lo que proponen los materiales supeditados
a una idea y un concepto intangibles.
Cuando veo cerámicas, en el mejor de los casos veo piezas
encerradas y cerradas en sí mismas. La concepción de la pieza
por la pieza misma; un discurso superficial que no cuestiona
nada más allá de lo que cuenta literalmente. En el mejor de
los casos podemos descubrir una buena técnica, y en otros
casos una idea que es devorada por la materia que no ha sido
interrogada.
También están los casos donde la técnica es pésima y la idea
realmente de una pobreza miserable. Y por último los casos
donde la pretensión de hacer una obra de arte es tan grande
que cae en lugares cuasi cómicos donde solo se nota media
hora de intentar pensar algo. Y también están aquellos trabajos
que sí tienen un rio detrás que los sostiene en su ir a nuevos
puertos, se han visto en ediciones pasadas de este salón y
en algunos otros ámbitos.
Como era de esperar, en esta 105 edición había de todo.
Aproveché la gente y sus miradas que ya a esta altura era
bastante y pregunte a algunos conocidos y alumnos a modo de
encuesta encubierta que piezas le habían gustado más y porque
motivo. Y cuales menos.
Las respuestas positivas fueron en su absoluta mayoría enfocadas
a la técnica, a la fragmentación de la pieza y a la admiración
del “oficio”. Y las otras, las negativas, a la subjetividad
de cada quien, pero ligadas al gusto estético-técnico más
superficial. Al querer indagar más encontré en la mayoría
de los casos indiferencia y en otros casos, gente más abierta
que ante unos minutos de charla la pieza que antes les parecía
buena ya había dejado de parecerles tan buena.
Comenzaba la ceremonia de distinciones y yo meditaba lo siguiente
sobre la cerámica que ahí se exhibía:
Si me sitúo en la arista del “punctum”, de la idea y el concepto,
y desde ahí observo el salón, salvo por tres pequeñas piezas
de la planta alta, que me trasmitieron esa sensibilidad, me
desbarranco en una gran decepción.
Si me sitúo en la arista de la técnica tradicional, encuentro
que había varias piezas con un claro camino técnico, que su
dialéctica era esa, simplemente la técnica. Pero sin misterios.
Solo puertas cerradas. Solo eso. Buenas piezas de cerámica.
Si me sitúo en la arista de la pretensión artística, una sensación
rancia me embarga. Porque el camino de donde puede nacer algo
parecido al arte es un camino de la máxima sinceridad y la
sinceridad muere con la pretensión. Realmente las obras pretenciosas
son las que menos me emocionan y más rechazo. Y había lindos
exponentes de esta categoría, grandilocuentes como quien grita
voces sin sentido.
Tengo la sensación de hallar una conclusión. Hacer cerámica,
cuando no es abordado en forma seria y comprometida, con un
pensamiento que se construya en base a conceptos e ideas que
nos impulsen a experimentar, analizar, sintetizar y descartar,
puede rápidamente transformarse en un hacer donde una técnica
heredada y desprolija sea el principio y el fin. Y este transitar
adormece la posibilidad de hacer (obviamente) una obra con
“Punctum”, y también invalida realizar una buena artesanía.
Este oficio tan amplio y este material tan noble necesitan
de ceramistas que experimenten sin tabúes, que exploren sin
miedos, que se adentren sin los estigmas académicos. La cerámica
pide a gritos ser interrogada, ser violada en su lado más
rígido para dar a luz la potencialidad que nos ofrece y que
se mantiene oculta. Vamos a contramano, dando vuelta en sentido
inverso. La idea y la búsqueda de sentido verdadero es
quien propone las técnicas y los resultados, jamás es al revés.
Cuando la técnica es el primer escalón la obra está condenada
a lo artesanal en el mejor de los casos; no dejando explorar
en nuevas resoluciones.
¿Qué es la cerámica? ¿Cómo nos indagamos ante ella para que
se materialice sin disfraces nuestra pulsión verdadera? La
dialéctica de lo intangible tiene la única necesidad de hacerse
visible con alfabetos acordes a ese estado pulsional no definido
hasta ese momento, y la exploración libre construye los alfabetos
dentro de la resignificacion de la técnica y los materiales
abordados desde perspectivas nuevas.
Aplaudí fuerte con mis manos a los premiados y me alegré con
su alegría. Al fin y al cabo es el máximo salón de arte cerámico.
Salí del recinto con las manos en los bolsillos.
La luna era hermosa en el cielo. El verde pasto más verde
por el mercurio derramado de las farolas se hacía muy visible
por la ausencia de la feria artesanal. Supe que las dudas,
los misterios de la vida son los que nos hacen caminar y actuar.
Abrace la luna con la mirada, parece tan cercana y es tan
lejana…. Como tantas cosas en la vida. Camine unas cuadras
bajo su tenue reflejo, con más interrogantes que respuestas.
(1)Cinema Verité. Seru Giran. 1981
(2)La cámara Lúcida. Roland Barthes. 1982 [… pues punctum
es también: pinchazo, agujerito, pequeña mancha, pequeño corte
y también casualidad. El punctum de una foto es ese azar que
en ella me despunta (pero también me lastima, me punza).]
(3)Carlos Bosch Autorretrato 2 de la serie Los miedos, 2016
y Leo Vaca Presentes, Córdoba 1964-1992 de la serie Presentes,
2015
(4)Silvia Mildiner, Brecha, 2016 |