Oribe

El estilo visual Oribe aparece a finales del siglo XVI y recibe el nombre del maestro de Ceremonia del Té y samurai Furuta Oribe (1544-1615). Aunque se ve con mayor frecuencia en la cerámica, abarcaba también textiles y pintura. Oribe no era en realidad un ceramista, más bien como otros personajes influyentes en la historia del arte japonés, algo así como un director artístico. El estaba tan imbuido en el espíritu Wabi del Té que fue capaz de dar forma al chawan con una visión nueva y única, a menudo intencionadamente distorsionada.
Su clásico color verde se debe al óxido de cobre. La superficie está pintada y decorada con diseños vivos utilizando óxido de hierro, que pueden estar inspirados en la naturaleza, tener motivos geométricos, o una combinación de ambos. También se utilizan el engobe blanco y el esmalte transparente.
Hay un sub-género llamado Kuro Oribe, el cual está decorado sólo con diseños en negro. La falta de color, hace que el Kuro Oribe deba destacarse solamente por su decoración y forma.
En la actualidad el estilo Oribe goza de mucha popularidad y está considerado un clásico dentro de la estética japonesa. Los suaves contornos y los colores naturales convierten esta cerámica en perfectamente adecuada para servir platos típicos japoneses, pueden utilizarse en cualquier estación del año.

Rojos de cobre

Los esmaltes rojos de cobre deben su mítico prestigio a la gran dificultad en su proceso para reproducirlos fehacientemente. Estos se desarrollaron durante la dinastía Ming (1368-1644) y su gran esplendor se produce en el período K´angHsi de la dinastía Ch´ing.
El óxido de Cobre en redución produce partículas finísimas de óxido cuproso que producen el color rojo.
Este proceso de reducción es muy suceptible a los cambios en su estado quimico. Un esmalte que debería ser verde se convierte en rojo y es muy difícil mantener de forma continua una gama determinada de color que va desde el Sangre de buey hasta un rosa pálido. Una cantidad superior al 1% de cobre, convierte al rojo en un marrón púrpura.
Una alternativa a los rojos de cobre en reducción, son los rojos de cobre en oxidación (horno eléctrico, por ejemplo), localizando la reducción en el esmalte a través del Carburo de Silicio. Si esta reducción localizada es muy fuerte, el esmalte puede llenarse de cráteres en su superficie.

Tenmoku

Paradójicamente este tipo de esmalte de origen Chino (Dinastía Song (960-1279) lo conocemos por el nombre de Tenmoku, palabra de origen Japonés que significa “Ojos del cielo”, tal vez porque su color oscuro simbolice un cielo nocturno y las cristalizaciones sus estrellas. La palabra Tenmoku está compuesta de dos kanjis, que son “ten” y “moku”, los cuales significan divino y ojo (o visión).
Se trata de esmaltes de color negro brillantes que presentan zonas de coloración marrón-amarillento o pardo- rojizo oscuras muy brillantes o metalizadas y en algunos casos dejos azules. Todos ellos se deben a cristalizaciones de hierro, y de acuerdo a las características de estas cristalizaciones se obtienen las distintas variantes de familia de Tenmoku.
Los Tenmoku deben su color al oxido de hierro, que puede aportarse como ocres, oxido férrico, oxido ferroso, ferrites, arcillas ferruginosas (de bajo punto de fusión y alto contenido de hierro). Son vidriados saturados en hierro, para lo que se aporta entre un 8 y un 15%. Es común la incorporación de cenizas como fundente.
El óxido de hierro es muy estable al introducirlo en un esmalte de alta temperatura. Arriba de los 1100°C el óxido ferroso empieza a descomponerse, en esta reacción el oxígeno del óxido sale en forma de pequeñas burbujas, pero si el esmalte es muy viscoso la fuerza de flotación no es suficiente para desprenderlas, entonces las burbujitas se juntan hasta hacerse más grandes y se desprenden mejor formando cráteres en los que se reúnen cierto tipo de cristales de hierro; al llegar a la madurez del esmalte el cráter se funde alisándose, pero los cristales permanecen ahí formando manchas que varían en color, del café rojizo al plateado.