Osvaldo Fuentes: Cerámica, militancia y memoria

Por Vivi Gendre

Osvaldo Fuentes se formó en los años noventa en la Escuela de Cerámica de Almagro y desde entonces construyó una trayectoria marcada por la memoria popular, el compromiso social y la experimentación artística. Desde su taller en Hurlingham hasta su reciente paso por la Residencia Artística de Jingdezhen en China, su obra se nutre de referentes locales y experiencias internacionales. En esta entrevista repasa su recorrido, sus búsquedas y las piezas que hoy presenta en el espacio Hornos sin Fronteras.

En los 90 Osvaldo Fuentes estudiaba en la Escuela de Cerámica del Barrio de Almagro, entre sus pares se encontraban Silvia Zotta y Silvia Carbone, con quien compartiría, años después, los escenarios de la cerámica local.
No es casual que hoy estemos interesándonos en la obra de Osvaldo. El mismo dice tener como referentes a los profesores Luis Pardini, Jorge Basile, Jorge Guasp y Guillermo Mañé, grandes artistas de las artes del fuego en Latinoamérica, entre otros/as.
Este ceramista que vive en su casa-taller de Hurlingham, en el oeste de la  Pcia de Bs As., nos cuenta acerca de su hacer, sobre la selección de las piezas que eligió para mostrar en Espacio Hornos sin Fronteras, que impulsó Emilio Villafañe junto al colectivo Hornos sin Fronteras.
También nos habló sobre sus viajes a China en el marco del Simposio Internacional de Changchun en 2021 y su estadía en ese país junto a su amigo, el ceramista uruguayo Javier Wijnants, con quien no sólo comparte la profesión, sino que juntos también  conformaron la «Vende Humo», una alusión a disfrutar de la milonga y la murga.

Osvaldo vuelca en la arcilla su urgencia por hablar sobre los medios de producción, la explotación laboral y la dominación de unas clases sobre otras. En la muestra del Espacio -Hornos sin Fronteras- podemos contemplar una alegoría sobre estos conceptos a través de sus obras. Repasamos “Fuera de Serie“y “Pro-piedad“, en ambas piezas escultóricas se visualiza el Citroen 3CV, auto emblema de los años 70 y 80, que la serie -El Eternauta – logra reinvindicar.  En estas obras visibiliza a trabajadores, sindicalistas y estudiantes que armaron barricadas con estos vehículos durante el Cordobazo. Y a la vez, homenajea al papá de Mafalda y a las maestras de su tiempo.
Osvaldo es un hombre que convida un relato tras otro y goza al contar su participación en el año 2024 en la Residencia de Cerámica de la Universidad de Jingdezhen, China. En la ciudad que merece ser reconocida como la capital mundial de la porcelana y con la música siempre de fondo, Osvaldo se adentró en el trabajo territorial y museológico, conectando con maestros/as orientales y colegas que enriquecieron su experiencia. La residencia artística se transformó en un espacio vital donde encontró un cálido taller que lo hizo sentir “como en casa”.  Ese entorno, marcado por un fuerte vínculo con la tradición, fue clave para estrechar lazos entre América Latina y China.
Más allá de disfrutar de una ciudad desbordada de piezas de porcelana, destaca el apoyo técnico de la institución que le permitió enfrentar el desafío de trabajar en gran formato. Valora especialmente la calidad y variedad de materiales y herramientas disponibles, las visitas guiadas al origen del kaolín, la experimentación con pastas de porcelana suaves y a la vez, con una fuerte resistencia mecánica para el modelado en el torno y también a la maestra hornera que, con dedicación y respeto por la tradición, ajustaba los hornos según las demandas específicas de reducción que le hacían los participantes. Todas variables que sumaron riqueza a esa burbuja de dos meses de intenso trabajo.
De esa experiencia nacieron obras como la de un dragón que lleva de viaje a Mao Zedong, el famoso líder de la República Popular China y del Partido Comunista, “Mao en dragón” y “30000 razones” donde reinvindica la lucha de las madres y las abuelas de Plaza de Mayo, obra de casi 2m de altura que quedó seleccionada para ser emplazada en el museo universitario. En «Teoría del derrame» modeló a partir de dos cabezas que se comunican entre si con el idioma universal del barro y el amor por el oficio y, digamos todo, con un dominio impecable sobre el fuego.
Este trabajador del barro siente la cerámica como siente al país, a la industria nacional, la propiedad privada y al Peronismo y eso se refleja en su obra. Es dueño de un lenguaje propio que se demuestra desde la figuración y desde una técnica precisa, sin embargo, en sus piezas deja ver su impronta intuitiva y gestual. Desde su conceptualización analiza el aquí y ahora, se cuestiona sobre sus propios procesos y confiesa que al Citroen y al flaco Spinetta lo lleva en su ADN.
Forma parte del prestigioso grupo «Fragmentos» y como docente tiene una comprometida tarea de enseñanza en su propio taller y en dos espacios del conurbano bonaerense: el Centro Cultural William Morris de su localidad, y el espacio de Villa Mecenas en Morón.
Desde los espacios que habita, promueve las dinámicas de trabajo colectivas y la mirada atenta sobre cada necesidad, y esas son las redes amorosas que fundamentan su vida.
Osvaldo utiliza un lenguaje propio, se impulsa desde el sentir que lo atraviesa y esa imagen es la que vuelca sobre la tierra que nos sostiene, nos interpela y nos enciende.

Gracias Osvaldo por tu amabilidad, por tu tiempo y por compartirnos tus saberes.