NOTAS / DIFUSION
El mito de DUCHAMP
La verdad detrás de La Fuente de Duchamp: la idea de una mujer

Detrás de la obra de un gran artista… ¿la idea de una mujer? Hoy en día mantener un mito vivo es cada vez más difícil. El ser humano ya no se conforma con una sola idea u opinión; quiere la contraparte, la alternativa, el otro lado de la moneda. El mito de Duchamp sigue vivo y su famoso mingitorio o urinario es el que sigue dando de qué hablar y con el que se está replanteando la versión original de la historia. La obra que incitó un debate sobre el arte y la legitimación que da el museo, puede que no fuera del todo una idea original del artista.

La Fuente (1917) se expuso por primera vez en el año 1915 en el Salón de los independientes de París. Si todo empezó como un chiste y reto a la intelectualidad y al mundo del Arte, este ready-made precedió al arte conceptual y cambió la manera en la que se ve el arte; trataba de contestar a la pregunta ¿qué es en realidad el arte? ¿Quién dice que un objeto es arte o no? Fue la primera de muchas incursiones a la institución artística, pues a partir de ella ahora podemos encontrarnos casi de todo dentro del museo, justificado con la afirmación de que es arte; ya todo puede ser arte. Todo esto siempre se dio de la mano del artista que tuvo la idea, Duchamp, atribuyéndosele todo el mérito.


Foto de Alfred Stieglitz, tomada después de la exposición de 1917.

Si bien es cierto que esta obra es la responsable del reconocimiento eterno de Duchamp, y de la idea del cambio de paradigma en el arte, dos estudiosos británicos: Julian Spalding y Glyn Thompson, aseguran que la idea fue en realidad ocurrencia de la poeta y artista Elsa von Freytag-Loringhoven (1874-1927); y que Marcel Duchamp (1887-1968), lejos de ser la mente creadora y controversial, podría en realidad haber copiado esta idea de la alemana.
Elsa von Freytag-Loringhoven, mejor conocida como la Baronesa Dadá, fue una excéntrica poeta, pintora, escultora y modelo de artistas. Nació en Swinemünde, Alemania, y estudió Arte. En 1910, siguiendo a un amante, se mudó a Estados Unidos. Durante un breve periodo trabajó en una pequeña granja en Kentucky, hasta que el amante eventualmente la dejó, y Elsa empezó a posar para artistas y a relacionarse con ellos. Entre ellos Man Ray y Duchamp. De esta manera empezó a dedicarse al arte; esculpía, realizaba performances callejeros, escribía poesía, ilustraba…



Muchas de sus obras las realizaba con desechos que encontraba en las calles, y además se disfrazaba con estos objetos encontrados, convirtiéndose a sí misma en una pieza de arte viva. Es considerada la primera “dadá americana”. A pesar de haberse codeado con los artistas más influyentes de la época, y de su título de baronesa (heredado de una de sus múltiples relaciones amorosas), se le han atribuido pocos méritos hasta ahora. Las recientes investigaciones han demostrado que en el año 1927, específicamente un 11 de abril, Duchamp envió una carta a su hermana en la que explicaba:
“Una de mis amigas, bajo un seudónimo masculino, Richard Mutt (R. Mutt), me ha enviado un urinario de porcelana como si fuese una escultura”.



La carta se publicó en 1987, pero nadie quiso romper el ya arraigado mito Urinario/Duchamp; la explicación para no tomar la carta en serio, fue que el artista solía firmar con pseudónimos, y le gustaba jugar a “cambiar de sexo”, habiendo utilizado en varias ocasiones el heterónimo de Rrose Sélvay, por lo que podría haber estado hablando de sí mismo cuando dijo “una amiga”. La realidad es que Duchamp no reclamó la autoría de la obra hasta 1950, cuando ya había muerto Elsa von Freytag-Loringhoven, asfixiada por una fuga de gas en París.
A pesar de ello, y aunque la historia tenga algunas lagunas, es posible que debido a la relación entre ambos, y a que Duchamp tardara tanto tiempo en adjudicársela como propia, y cuando ella ya estaba muerta, que las nuevas investigaciones estén en lo correcto.
“El profesor Thompson, quien no tiene empacho en llamar al francés «ladrón», cree además que con su idea Else von Freytag-Loringhoven no trataba de indagar en la naturaleza del arte, que es la explicación pedante que tantos y tantos comisarios han dado al urinario de Duchamp. Lo único que buscaba con su gesto era denunciar la declaración de guerra de Estados Unidos a Alemania en la primera conflagración mundial”.- ABC

Fuente: ABC.es




 

 

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