La cerámica y la salud mental

La ceramista Lorena Verónica Díaz realiza una experiencia muy interesante en el Hospital Subzonal Especializado Dr. Ramos Mejía, de la ciudad de La Plata, Pcia de Buenos Aires.

RC: ¿Cómo te acercaste a la Cerámica?

L: Soy de Berazategui, zona sur de Buenos Aires. Mi recorrido en la cerámica comenzó hace aproximadamente diez años, incursionando primero en diferentes talleres como mosaiquismo, pintura, etc. y luego en cerámica. Además, participé en talleres de esculturas del Nivel I y II, construcción de piezas precolombinas y diferentes seminarios en el NOA, Catamarca, y de forma virtual en pandemia, con la ceramista y arqueóloga Karina Garret.  Asimismo, participé en el Encuentro de Barro Calchaquí en el año 2022.
El aprendizaje nunca termina, de modo que seguí sumando diferentes talleres: superposición de esmaltes, transferencias, engobes, esgrafiados, moldería, hornos y cocciones,  incursionando también en la cerámica grafica como fotocerámica, calcos vitrificables y alfarería en torno en la actualidad.  Finalmente me recibí de Técnica Ceramista, en la Escuela Municipal de Formación Cerámica de Berazategui en el año 2022.

RC: ¿Cómo comenzaste en el taller del Hospital Dr. Ramos Mejía de la ciudad de La Plata?

L: Yo tengo un taller en un pequeño espacio propio y la directora del hospital especializado en salud mental de mujeres, Lic. Adriana Scarinci, me hizo la propuesta de trabajar en conjunto con la asistencia terapéutica de la institución. Actualmente, la directora se acaba de jubilar después 25 años de trabajo en el hospital.

RC: ¿Existían experiencias previas en el hospital?

L: Si, se daba cerámica como actividad en modo recreativo por la terapista ocupacional junto al sector de servicio educativo. La actividad se discontinuó por un largo período. El taller  se reinicia poco después de mi incorporación, y gracias a una obra nueva que se gestiona para el hospital, tenemos un espacio propio. 

RC: ¿Quiénes asisten al taller?

L: Las personas que asisten al taller no solo son mujeres con discapacidad mental, sino que no poseen familia en general,  han sido abandonadas y son asistidas en el hospital en todo lo que respecta a sus necesidades personales y estos talleres están enmarcados dentro de las actividades de rehabilitación en inserción social.

RC: ¿Cuál es la frecuencia?

L: La frecuencia es de tres o cuatro veces por semana.

RC: ¿En qué consiste el taller, qué les enseñas?

L: Mi trabajo se realiza con un fin terapéutico. Me enfoco en la alfarería manual que es algo que les gusta mucho.  En mis comienzos, al no contar con recursos de materiales, llevaba mis herramientas e insumos.
Como temática, fui observando gran interés de las pacientes para realizar piezas de animales, gatos, chanchitos, llamas. Algunas comenzaron haciendo simplemente bolitas de arcillas y con el paso del tiempo, logran hacer modelados simples.
El objetivo también es ayudarlas en la tolerancia, en el aprendizaje de los procesos, la paciencia, encontrarse con ellas mismas, con su paz interior.
La cuestión más exploratoria, desde las texturas, las distintas técnicas, los distintos materiales, son un aporte para aprender procesos y hábitos. Respetar el orden, la limpieza, los detalles, el poder tener espacio para el despliegue del material y del trabajo con cerámica.
No solo poder descubrir lo que son capaces de hacer en las formas sino también la parte más cognitiva, porque en general tiene períodos muy cortos de concentración.  Aprenden a través del taller a prestar atención en lo que están haciendo, a corregir posibles errores, a respetar la secuencia, los tiempos, a poder manejar la ansiedad que implica hacer cada una de las etapas y que desde la serenidad y la perseverancia pueden lograr algo de calidad.
Me parece que trabajar todo esto, más la motivación y el entusiasmo que generan las propuestas y las distintas técnicas generan un ambiente cálido, lindo, que las incentiva.

RC: ¿Cómo se sostiene el taller?

L: El taller es autosostenible, tiene un horno y la compra de los materiales, arcillas/esmaltes se realiza con lo recaudado de la venta de las piezas que las pacientes realizan. Lo recaudado es exclusivo para las compras de materiales del taller, para darle continuidad.
El servicio educativo junto a asistentes terapéuticos concurren a la feria para armar y desarmar el puesto y asimismo, se encargan de la logística del traslado de las pacientes, desde el hospital a la feria. Ellas mismas ofrecen los productos  al público, es muy reconfortante observar como ofrecen sus obras, el orgullo que sienten al mostrarlas!
La participación en una feria, para la venta de sus trabajos, es una forma de visibilizarlas. Les permite conectarse con el exterior y sobre todo situarlas como mujeres creadoras. Pueden comprobar cómo desde un material tan rústico, tan ancestral, al ser modelado con sus manos termina en objetos. Y sus creaciones, asistidas con una guía, en este caso mía, tienen calidad, permitiendo que las ventas no sean sólo una cuestión de beneficencia.
A las pacientes les sorprende la devolución que les dan los compradores, les permite posicionarse distinto, les da una sensación de logro, de satisfacción, de éxito. Asimismo, poseemos una página en Instagram, @ceramicaramosmejia, para difundir, vender y mostrar los productos que están haciendo.

RC: ¿Qué planes y expectativas tenés para el futuro del taller?

L: Pienso en conjunto con asistentes y terapistas continuar con la integración de más pacientes a la actividad, avanzando en el uso de distintas herramientas y técnicas decorativas.
Además, estoy organizando una excursión junto al apoyo técnico del hospital, asistentes, acompañantes terapéuticos y el profesor de educación física a Berisso o a Punta Indio, de reconocimiento y recolección de arcillas en la naturaleza.
Luego les enseñaré el proceso completo, desde la limpieza hasta su posterior uso, para poder establecer las diferencias con la arcilla comercial o de paquete.
Trato de tener un registro fotográfico de cómo van trabajando, para poder observar sus progresos, y que ellas mismas vean lo que van logrando, que es muy importante.
También hay un proyecto de construcción colectiva de un horno cerámico para cocción a leña junto a ceramistas locales y manos que se sumen, esto sería en el parque ubicado detrás del hospital.