MEMORIA DEL AGUA: Exposición de Antonella Perrone y Nicolás Cuevas

Memoria del agua - Sala Blanca

Del 6 al 27 de septiembre de 2025 se exhibe “Memoria del Agua”, de Antonella Perrone y Nicolás Cuevas, en la Sala Blanca del Instituto Municipal de Cerámica de Avellaneda Emilio Villafañe, Av. Mitre 2724, Avellaneda. Entrada libre y gratuita.

Cuando las noches de la infancia todavía guardaban luciérnagas, perseguir su
resplandor era descubrir cómo la naturaleza podía encenderse por un instante y luego
desvanecerse. Entre paseos por Pereyra o a la orilla del río, quedaba la fascinación por
esos destellos efímeros y por las huellas que dejaban las plantas en la memoria: olores,
colores, rastros de una vitalidad que cambiaba con el paso del tiempo.
¿Quién no recuerda también la primera vez que el color surgió de la naturaleza? El
púrpura de unas moras aplastadas en la vereda, el amarillo intenso de una cáscara de
cebolla húmeda en la mesa, el verde de un mate volcado. Colores fugaces que el sol
borraba o la lluvia arrastraba, pero que permanecían como recuerdos íntimos.
Esa experiencia se reactualiza en Memoria del Agua, una muestra que explora la
memoria, la pérdida y la conservación, entrelazando procesos textiles con el trabajo en
vidrio. A través de telas teñidas y estampadas con plantas que mutan con el tiempo, y
piezas de vidrio que retienen la huella de manera permanente, la propuesta plantea un
diálogo entre lo efímero y lo duradero, la transformación y la permanencia. El agua, la luz
y la materia vegetal son protagonistas de un recorrido donde la naturaleza se vuelve
memoria viva: un archivo frágil y a la vez resistente, que insiste en transformarse y
conservarse al mismo tiempo.

Un diálogo entre lo efímero y lo permanente
La muestra indaga la relación entre lo efímero y lo permanente a través del contraste
entre el textil y el vidrio. Las telas teñidas y estampadas con plantas revelan como el color
de la naturaleza se transfiere y se imprime en la fibra, mientras que el vidrio captura la
huella y la conserva, como si su transparencia guardara una memoria mineral. Esa
tensión material abre preguntas sobre qué elegimos preservar, qué dejamos ir y cómo
los recuerdos —personales o colectivos— se transforman con el paso del tiempo.
El trabajo con tintes bontánicos conecta con saberes ancestrales que reconocen en las
plantas su poder como color, medicina o alimento. Recuperarlos, explorarlos,
transformarlos y compartirlos es también un gesto político: rescatar memorias que se
desdibujan, sostener vínculos con la naturaleza, reimaginar prácticas de cuidado y
regeneración.

Huella y archivo vivo
A penas pasar por la puerta nos reciben una serie de telas largas que parecen bajar
desde el cielo, el aire en movimiento las hace ondear sutilmente, un Abrigo Núbico que
nos invita a subir. Ya en la sala, las obras funcionan como fragmentos de un gran archivo
que se despliega en distintas formas. Cuencos del color reúne materiales tintóreos como
si fueran pequeñas alquimias cotidianas, evocando la cocina y el laboratorio: semillas,hojas y flores que se pueden ver, tocar y oler. A su lado Grimorio vegetal combina
cuaderno, fibras textiles y vidrio para construir un libro de saberes, un archivo personal
donde el proceso de teñido y registro se convierte en práctica de memoria a compartir.
En piezas como Floralis, Cloris o Tu sombra no duerme, las telas estampadas con hojas
y flores aparecen como cuerpos vegetales que se expanden más allá de la botánica,
evocando alas, órganos, pieles o símbolos rituales. Las capas de color se superponen
mientras entre sí se sostienen, se velan las huellas, se integran: El territorio sostiene un
color. Detrás, se asoma Flor para una democracia del color: un balón volumétrico donde
una vernonia va abriendo lentamente sus flores a lo largo de la exhibición. La enfrenta
Formas de insistencia, el valor del gesto mínimo, reiterado y cuidado, de la constancia del
gesto.
La memoria desafía al tiempo. En La persistencia del cuerpo el vidrio atrapa el rastro
vegetal; permanece la huella, lo que queda después del fuego. Constelación de semillas
se ofrece al público, papeles plantables que pueden llevarse: un gesto de entrega y
regeneración, la promesa de un brote más allá de la sala.
Se nos presentan registros mínimos que dialogan con la transformación, la pérdida y
la permanencia, invitando a habitar un tiempo más lento, donde mirar se parece a cuidar.

Sobre los artistas
“Como dúo artístico, nuestra práctica se despliega entre territorio,
naturaleza y memoria. Exploramos lo efímero y lo permanente, lo que
se conserva y lo que se pierde, los modos de generar y transmitir
saberes. Nos interesa pensar el color como materia de transformación
y de resistencia, hilando lo íntimo con lo colectivo.”

El dúo artístico conformado por Antonella Perrone y Nicolás Cuevas nace de un
encuentro alrededor del vidrio, material que se convirtió en el punto de partida para un
diálogo creativo que no dejó de expandirse hacia otros territorios. Desde entonces, su
colaboración se teje en la intersección entre la práctica material y la investigación
reflexiva.
Su práctica artística se despliega en el cruce entre lo técnico y lo poético, entre lo
efímero y lo perdurable. En su obra conjunta, la materia se convierte en un espacio de
reflexión crítica: sobre la memoria y el territorio, sobre lo que se conserva y lo que se
pierde, sobre cómo los saberes se transmiten y se transforman. Sus piezas sugieren que
los gestos mínimos —teñir, registrar, quemar, guardar — pueden ser también formas de
resistencia frente al olvido y al consumo acelerado.
Formados en Italia como especialistas en vidrio, Perrone y Cuevas articulan esa
experiencia con una práctica arraigada en el contexto latinoamericano, entrelazando
tradición y experimentación. Su obra forma parte de colecciones internacionales como el
Museo del Vidrio de Murano (Italia), el Museo del Vidrio de Coburgo (Alemania), el Museo
de Arte en Vidrio de Alcorcón (España), el Museo del Vidrio de Altare (Italia) y el MUVI de
Berazategui (Argentina).
En Memoria del Agua, esa trayectoria compartida se abre como invitación: mirar la
naturaleza no solo como recurso, sino como archivo vivo que nos recuerda que toda
huella —en el cuerpo, en el territorio, en la materia— es también memoria en
transformación.

Antonella Perrone
floresenlanieve@gmail.com
@el.silencio.es.fuego
Nicolás Cuevas
nixcuevas@gmail.com
@akteon89

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