Del 14 de agosto al 5 de octubre de 2025 se exhibe “Un Mapa para lo Frágil” en la Casa Del Nacional del Bicentenario, Riobamba 985, Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
La exhibición reúne obras de Ana Laura Amante, Julieta Cantarelli, Romina Tejerina y Graciela San Román con curaduría de Ana Larrere. Está conformada por trabajos en distintos soportes que proponen una reflexión sobre los modos de habitar, cuidar y percibir los territorios.
A través de una disposición que articula lo interior y lo exterior del espacio expositivo, “Un Mapa para lo Frágil” invita a pensar el territorio desde la fragilidad como potencia de relación y transformación.
La muestra incluye instalaciones site-specific, frottages, piezas textiles, esculturas cerámicas, obra sonora, pintura y obra sobre papel que proponen una reflexión sobre los modos de habitar, cuidar y percibir los territorios.
La curaduría plantea una cartografía que se deja atravesar por afectos, memorias, materias y silencios. A través de una disposición que articula lo interior y lo exterior del espacio expositivo, Un mapa para lo frágil invita a pensar el territorio desde la fragilidad como potencia de relación y transformación.
TEXTO DE LA CURADORA:
“Un mapa es un relato. Una forma de escritura que no narra el mundo sino su deseo.” María Negroni
«¿Qué cartografía emerge si, en lugar de marcar caminos, buscamos registrar lo que tiembla, se transforma, se pierde?
Un mapa para lo frágil propone un recorrido donde las obras no ilustran el paisaje: lo escuchan, lo habitan, lo traducen. Gestadas en el sudoeste bonaerense —entre Sauce Grande, Coronel Dorrego, Bahía Blanca y su estuario—, estas piezas nacen de un vínculo directo con los territorios que las alojan. No hay distancia: hay implicación. No se trata de mirar desde afuera, sino de estar con.
Desde una perspectiva inspirada en Vinciane Despret, la muestra entiende el territorio como una red de relaciones entre cuerpos, memorias, materiales y gestos. Habitar, aquí, implica atender, responder, comprometerse. Las artistas trabajan desde ese vínculo, situando sus prácticas en relación directa con su entorno.
La fragilidad se plantea como una forma de conexión: una sensibilidad que permite percibir lo que está en riesgo y responder desde la cercanía. Las obras no representan catástrofes; las bordean, las presienten, las acompañan. Frente al daño, activan una práctica de cuidado y memoria.
El mapa que se traza aquí es inestable. Cambia con cada mirada, con cada paso. No propone certezas, no delimita. Se despliega como una trama en movimiento, hecha de gestos y silencios, una invitación a detenerse, a registrar lo mínimo, a pensar el paisaje como interlocutor.
Es un modo de perderse.
Una forma de imaginar por dónde ir.
Un ejercicio de atención.
Un ensayo sobre otras formas de habitar.»
Ana Larrere
Asimismo, en el marco de de esta exposición una de las artistas, Romina Tejerina, integrante del colectivo Guardianes del Estuario, brindó una charla el viernes 15 de agosto de 2025.
El eje del encuentro fue el estuario de Bahía Blanca, un humedal costero de enorme valor ecológico que, pese a su riqueza biológica, sigue siendo un territorio desconocido.
A partir de su experiencia como observadora de aves y trabajadora en territorio, la artista compartió una mirada situada sobre el vínculo entre arte, biodiversidad y afecto en tiempos de crisis climática.
Obra de Graciela San Román: Áura
Esta pieza pretende materializar un aspecto sutil del cuerpo vegetal. La técnica cerámica llamada “paper clay” quema lo vivo – hoja, ramas…- pero eterniza el campo espacial que lo rodea. Al embeberlo en arcilla líquida, invierte el orden habitual en donde la materia es densa y la energía, sutil e invisible.
La huella de esa masa orgánica sigue presente en su forma esencial y en la representación de su campo áurico. Debajo de lo que podemos ver, hay un leve espacio vacío: allí estuvo la hoja, la rama, la semilla…
Graciela San Román
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