Con motivo de la preparación de Falsa información recurrí a un amigo que
tiene una amplia colección de libros sobre temas cerámicos. Estando en su casa, y
hojeando algunos de ellos, encontré unos denominados “Taller de las artes” (en
varios tomos), libros de origen español, muy bien presentados y mejor ilustrados,
con fecha de edición en 1986. Al leer el capítulo denominado “Claves para la
elaboración de esmaltes”, todo de un nivel muy elemental, me llamó la atención,
en la página 94, una frase que me pareció conocida: “Los esmaltes pueden ser
clasificados en transparentes, opacos, y mates, en cuanto a su textura”. Después
sigue con: “Los esmaltes transparentes dejan ver la superficie de la pieza sobre la
que están aplicados, pudiendo ser incoloros o coloreados con óxidos. Los opacos
ocupan (1) la superficie de la pieza y se obtienen añadiendo óxido de estaño u otro
opacificante al esmalte originario, los mates mezclando el esmalte con mayor
cantidad de materia opacificante”
1) Seguramente el autor habrá querido decir cubren.
COMENTARIO
Parece una exagerada coincidencia que dos o más autores, escribiendo sobre
los mismos temas, equivoquen los mismos conceptos utilizando hasta las mismas
palabras. La pregunta, obvia, que surge de inmediato es : quién copió a quién?
Cuando al principio de este libro me refería a las cadenas de falsa información
que se originan en estos casos este es un claro ejemplo de ello. Revisando dichos
errores podemos aclarar que los esmaltes, clasificados por su transparencia,
pueden ser:
1) transparentes.
2) opacos o cubritivos.
3) semitransparentes.
De estos últimos podemos observar que conforman una gran variedad
(lechosos, opalescentes, etc.) y que, inexplicablemente, son ignorados en estas
clasificaciones. El otro concepto erróneo es el referido a los esmaltes mattes al
repetir que se obtienen aumentando la cantidad de opacificantes. Los
opacificantes, como su nombre lo indica, se agregan para opacificar (restar
transparencia) total o parcialmente, y para modificar y/o regular el brillo superficial
recurrimos a los texturantes siendo los más empleados, en bajas temperaturas, los
óxidos de zinc, calcio y bario.Creo importante repetir que sé perfectamente que
saturando un esmalte con opacificantes o con otros minerales no opacificantes
(arcillas, cuarzo, feldespatos, etc) se puede, igualmente, obtener superficies sin
brillo pero de esta manera se produce, en casi todos los casos, la pérdida de la
calidad textural del esmalte y al comparar los resultados con el uso de texturantes
apropiados podremos apreciar una notable diferencia.
EJERCICIO SUGERIDO
Podemos comprobar, en la práctica, las diferencias de calidad superficial
obtenidas al agregar en unos casos opacificantes u otros minerales y en otros
texturantes apropiados. Para simplificar el ejercicio podemos proveernos de un
esmalte típico (bisilicato de plomo) que podemos conseguir en nuestro medio con
el código comercial de BS-815 (para usar de 1020º a 1060ºC). A este esmalte le
podemos agregar cantidades crecientes (a partir del 20%) de óxido de zinc
(texturante) y, paralelamente, de silicato de circonio (opacificante). En algún
momento obtendremos, en ambos casos, superficies mattes. Luego podremos
compararlas y sacar nuestras propias conclusiones.
ACLARACION
Algunos lectores podrán preguntarme por qué motivo a veces escribo mate y
otras veces matte.
Veo que son observadores y eso es muy bueno. Les explico: cuando me refiero
a los dichos de otros autores escribo mate y cuando es mi opinión : matte. Ya sé
que alguno de ellos va a decir que es un italianismo pero eso no me importa, lo
que realmente me importa es conocer la mejor manera de prepararlos.