Carlos Jordán: El arte de la cerámica entre la intuición y la técnica

Entrevistamos a Carlos Jordán con motivo de su participación en la muestra realizada en el Espacio Hornos sin Fronteras, del 9 al 24 de mayo de 2025.
Carlos Jordán es ceramista y, como él mismo cuenta, casi todo lo que produce está hecho en el torno: “Estoy tratando de hacer todo lo posible en el torno. Solo con algún agregado, por ahí uso una  plancha, pero la idea es trabajar solo en  el torno”, afirma. Su búsqueda en la cerámica es constante, marcada por la experimentación con materiales y técnicas que él mismo desarrolla.
Carlos Jordán transita la cerámica entre la técnica y la intuición, entre la experimentación y la tradición, siempre en movimiento, buscando que cada pieza ofrezca múltiples lecturas y enriquezca la experiencia de quien la observa.

RC: ¿Cómo es tu proceso de trabajo con la pasta y los esmaltes?

CJ: La pasta la preparo yo mismo y cuezo las piezas a 1230º grados en horno eléctrico, usando una receta de pasta de alta temperatura que también produzco en mi taller. Elaboro todos mis esmaltes, y últimamente vengo trabajando mucho con esmaltes cristalinos. Es una búsqueda que tenía pendiente desde la época de estudiante y, casi por casualidad, empecé a obtener resultados: uno me salió de casualidad y empezaron a salir… y encontré la curva para lograr las cristalizaciones.

RC: ¿Qué particularidades tiene el proceso de esmaltes cristalinos?

CJ: Trabajo con esmaltes a cono 7, con óxidos de zinc. La formación de los cristales se da exclusivamente en la bajada de la curva. Subo rápido la temperatura, la idea es llegar lo más rápido posible al cono, y bajar enseguida. Antes, incluso abría la tapa del horno para acelerar el descenso, pero ahora prefiero un proceso más controlado: solo abro las toberas. Después del pico de temperatura, hago varias mesetas: una primera, de una hora, y otras tres, de media hora cada una. Todo el proceso, desde la llegada al cono hasta el final de la curva, lleva unas tres horas. 

RC: ¿Influye la forma de las piezas en la formación de los cristales?

CJ: Sí, mucho. Me gusta más cómo quedan los cristales en los planos. En la pared de la pieza quedan como formas muy chiquitas, pero en la parte plana o en un plano inclinado me resulta más atractivo. 

RC: Tus piezas parecen atravesadas por  etapas y búsquedas. ¿Cómo vivís esos procesos?

CJ: Por momentos dejo de hacer un tipo de piezas y después las retomo. Voy y vengo. Hubo una época en la que hacía muchas piezas de doble pared, casi como un ejercicio. Ahora volví a otras técnicas y piezas que había dejado de lado. La doble pared no la pienso para escultura, sino para este tipo de piezas utilitarias. Son gruesas porque son de las primeras que hice, todavía estoy practicando. 

RC: ¿Cómo surge el diseño de estás pieza? ¿Trabajás con bocetos previos?

CJ: No trabajo con dibujos previos, voy directamente a la pasta, a veces hago un boceto mínimo pero sobre todo, me apoyo en el oficio y dejo que el diseño aparezca a medida que avanzo con la pieza. Por ejemplo, en esta serie de cuencos con tapa, algunas piezas son en realidad botellas dadas vuelta: lo que parece la parte superior es la base de la pieza. En otra, la parte de arriba es una plancha torneada y unida con un esmalte de distinto color, lo que genera efectos interesantes donde el esmalte se acumula. 

RC: En algunas de estas piezas se reconoce la experimentación entre esmaltes y engobes engobes. ¿Cómo abordas esa práctica?

CJ: Estoy experimentando con esmaltes cristalinos y engobes. El esmalte con óxido de níquel, por ejemplo, da una transparencia que permite ver cristales turquesas. Busco la fórmula justa para el engobe, que en este caso tiene carbonato de calcio, aunque sospecho que tiende a neutralizar algo a los cristales. Uso arcilla blanca y una pasta sin carbonato de calcio, adaptada de una receta de Kelper, un técnico-químico-ceramista que trabajó por años en el IMCA de Avellaneda. En esa línea, me interesa la experimentación con porcelana porque sobre ella, los cristales se desarrollan mejor. Sigo en esa búsqueda.

RC: ¿Qué lugar ocupa la intuición en tu trabajo?

CJ: Hay obras donde la factura es importante y en otras no tanto. Prefiero que la obra resulte más intuitiva, “muy Yoji Yamada’s”, ni siquiera me comparo con el ceramista japonés pero es una referencia en mi trabajo. A veces, una pieza rajada le otorga un carácter especial. En otras, soy más detallista y cuidadoso, cortando formas y agregándolas a la pieza, sin sumar nada más.

RC: ¿Cómo te llevás con la participación en concursos o muestras?

CJ: Hace tiempo que no participo en salones, por la exigencia que implica. En esta muestra, por ejemplo, me autoimpuse un límite de tres kilos de arcilla, porque es la cantidad que puedo manejar sin esfuerzo y de una vez. Participar en estos espacios  me incentiva a trabajar y producir. Cuando Emilio Villafañe me propuso exponer, acepté de inmediato y trabajé en las piezas desde cero o mejor dicho, sobre la experiencia de las piezas anteriores pero con obra inédita para esta ocasión. Pero no siempre me motiva el hecho de participar en un concurso.

RC: ¿Qué consejo les das a tus alumnos cuando les falta inspiración?

CJ: Les recomiendo leer el cuento “Inspiración” del negro Fontanarrosa, donde la inspiración llega y le dice al escritor que se prepare un café y se ponga a trabajar. Las cosas salen trabajando, en mi caso, en el torno, delante de tres kilos de pasta.

 

Revista CERAMICA agradece a VIVI GENDRE su valiosa colaboración en la realización de esta entrevista.