Desde el barrio San Vicente, en la ciudad de Córdoba Capital, FLUIDOS MOLDES ofrece moldería accesible y funcional para acompañar a quienes trabajan con cerámica. Fundado por Alexis Ponti en 2012, el proyecto une saberes familiares, diseño industrial y una escucha atenta a las necesidades del oficio. En esta entrevista, nos cuenta cómo nació el emprendimiento, qué desafíos enfrentan y cómo piensan el vínculo con la comunidad ceramista.
¿Quiénes conforman FLUIDOS MOLDES?
Soy Alexis Ponti, estudié Diseño Industrial en la UNC (Universidad Nacional de Córdoba) y arranqué Fluídos Moldes en 2012 con muchas ganas de unir el diseño con todo lo que siempre viví en el mundo de la cerámica. Con el tiempo se fue sumando gente de distintas áreas a mi proyecto. Hoy somos un equipo donde cada uno tiene su rol: desde diseñar y producir los moldes, hasta embalar, organizar pedidos y hablar con los clientes. Cada uno aporta lo suyo.
¿Cómo nació el proyecto?
La cerámica me acompaña desde siempre: es el oficio de mis padres y también lo fue de mis abuelos. Crecí rodeado de talleres, barro y piezas hechas a mano, así que la cerámica siempre estuvo presente en mi vida. Fluídos Moldes nació al detectar una necesidad: moldes que realmente funcionaran y fueran accesibles. Empecé esto como un modo de ganarme la vida, y en el camino me conecté con lo que realmente necesitan quienes hacen cerámica. Con el tiempo fue creciendo, se fue sumando gente al equipo, y hoy es un proyecto que nos llena de orgullo.
¿Qué los inspiró a trabajar con moldes para cerámica?
La idea surgió de observar como un buen molde, puede hacerle la vida más fácil a quien trabaja con cerámica. Es una herramienta que no solo ahorra tiempo, también abre posibilidades y ayuda a que más gente se anime a crear, aunque no tenga mucha experiencia. También notamos que la comunidad ceramista estaba creciendo un montón, pero no había muchos proveedores locales que ofrecieran moldes bien pensados, funcionales y accesibles. Vimos una oportunidad y quisimos aportar algo útil, desde lo que sabemos hacer.
¿Qué parte del proceso representa un mayor desafío?
Lo más complejo es lograr que todos los aspectos funcionen en simultáneo. Por un lado, la elaboración de los moldes requiere precisión y cuidado; pero, al mismo tiempo, es necesario atender múltiples tareas: organizar pedidos, embalar, responder mensajes, llevar las cuentas… Sostener el ritmo sin desbordarse es, en ocasiones, un verdadero arte.
¿Hay alguna anécdota desde que arrancaron?
Sí, un montón, pero algunas se destacan. Más de una vez colaboramos con ceramistas de otros países que nos contactaron para desarrollar sus moldes a partir de una foto y algunas charlas por videollamada, a veces incluso en otros idiomas. Diseñamos juntos una nueva colección de objetos, fabricamos toda la matricería desde nuestro taller y se la mandamos hasta su casa, cruzando el charco, como se dice. Poder llegar tan lejos con lo que hacemos y acompañar a otros en sus procesos creativos nos hace sentir parte de algo más grande, con mucha proyección. Y eso, la verdad, nos llena de energía para seguir.
¿Qué relación tienen personalmente con la cerámica?
En mi caso, la relación con la cerámica viene de muy lejos. Es algo que estuvo siempre en mi vida: desde mis bisabuelos hasta hoy, el oficio fue parte del trabajo familiar; algunos fueron especialistas en torno, otros docentes, matriceros, productores. Así que crecí entre talleres, barro, moldes y piezas secándose al sol, lo fui viviendo desde chico, como parte del día a día. Con el tiempo elegí estudiar Diseño Industrial, para aportar al rubro desde otro lugar, desde una disciplina distinta, pero que complementa muy bien lo artesanal. Me gusta pensar que lo que hago hoy combina esos dos mundos: el saber tradicional que viene de familia, y las herramientas del diseño que ayudan a mejorar procesos y abrir nuevas posibilidades.
¿Cómo sienten que sus moldes impactan en la creatividad de quienes los usan?
Los moldes son una herramienta más, no algo que te encasilla. Al contrario, te simplifican la producción en serie y te dejan más espacio para lo creativo. Como son modelos simples y variados, invitan a que la gente se anime, pruebe, combine, juegue… y de ahí salen cosas muy buenas. Lo más lindo es ver cómo cada persona usa el mismo molde de forma distinta y le suma su impronta. Es como dar un punto de partida simple, para que después cada uno lo transforme con su estilo y lo haga propio.
¿Qué significa para ustedes ser un emprendimiento independiente y cómo manejan la relación con sus clientes?
Ser un emprendimiento independiente es bancarse todo: lo bueno, lo difícil, los aciertos y los errores. Pero también es tener la libertad de hacer las cosas a tu manera, de decidir cómo trabajar, con quién, y qué tipo de vínculo tener con quienes te eligen. En nuestro caso, esa relación con los clientes es muy cercana. Nos escriben, nos cuentan qué están haciendo, qué necesitan, qué les gustaría. Eso nos ayuda un montón. Muchas veces, de esas charlas salen ideas nuevas, mejoras o incluso productos que no se nos habían ocurrido. Sentimos que el proyecto también lo armamos entre todos, y eso lo valoramos muchísimo. Es un camino con subidas y bajadas, pero cuando mirás para atrás y ves todo lo que creciste con el aporte de la gente, te das cuenta de que vale la pena.
¿Qué aprendizajes importantes han tenido como emprendedores y cómo sienten el vínculo con la comunidad ceramista?
En este camino aprendimos un montón. A tener paciencia, a confiar en el proceso y a no bajar los brazos si algo no sale como esperábamos. Emprender te enseña a valorar todo lo que hay detrás de cada paso: el tiempo, el esfuerzo, el trabajo en equipo. Nada se construye de un día para el otro, y cuando las cosas empiezan a salir bien, sabes que es gracias a todo ese recorrido. Además, valoramos mucho a la comunidad ceramista. En general, es generosa, creativa y siempre dispuesta a compartir. Sentimos que pertenecemos a ese grupo, y eso nos hace bien de verdad.
¿Qué proyectos tienen a futuro y qué les gustaría que se valore más de su trabajo?
Tenemos varias ideas. Nos gustaría comenzar a ofrecer talleres, lanzar una línea de moldes más experimentales y también hacer colaboraciones con ceramistas que admiramos. Siempre con ganas de crecer, pero manteniendo la esencia de lo que somos. Es importante que se conozca todo el trabajo que hay en cada molde, que no es un producto industrial hecho en serie: hay muchas personas trabajando en cada uno. Hay pruebas, errores, ajustes, charlas… mucho tiempo y dedicación. Cuando alguien elige FLUIDOS, está eligiendo un proyecto independiente, hecho con mucha dedicación, cuidando detalles y con mucho amor por lo que hacemos.
¿Una palabra o frase que represente el espíritu de FLUIDOS?
“Nos encargamos de lo complicado, para que vos te enfoques en lo creativo.”
Cuando más resuelto lo técnico, más tiempo para hacer lo que te gusta.