Es una de las técnicas tradicionales más antigua de esmalte a fuego sobre metales. Consiste en rebajar, grabar o cavar partes de la superficie del metal que queremos esmaltar, formando surcos o espacios bajo relieve de acuerdo al diseño elegido.
Utilizaremos una chapa de 1,5 a 2 mm de espesor y realizaremos el grabado del diseño por medio de la corrosión ácida, preparando una solución de 30 % de ácido nítrico en 70% de agua destilada.
Advertencia: el ácido nítrico puro es muy corrosivo y debemos usarlo con precaución protegiendo la piel, ojos y vías respiratorias.
Como el ataque ácido al metal se produce por inmersión, debemos previamente proteger las zonas del diseño que no deben ser grabadas y para ello las recubriremos con una pintura antiácida, por ejemplo: pintura asfáltica. No olvidemos de pintar la cara posterior de la chapa y podemos proteger los bordes con cinta de enmascarar. La aplicación de la pintura deber ser bien cubritiva.
En un recipiente de plástico o vidrio colocaremos la solución ácida e introducimos el metal procurando que haya un nivel de 8 a 10 cm sobre la chapa para que la presión ejercida por el líquido ayude a la corrosión. Agitaremos el recipiente cada tanto para liberar las burbujas que se producen y que podrían ocasionar un grabado desparejo. Controlaremos el curso del grabado cada 10 o 15 minutos hasta lograr la profundidad deseada.
Al finalizar el grabado quitaremos la pintura con solvente, destemplamos la chapa y la pintaremos para su esmaltado para lo cual rellenamos las cavidades obtenidas con esmalte, por vía húmeda y con la ayuda de una espátula pequeña para poder comprimir mejor las partículas de esmalte. Dependiendo de los esmaltes utilizados y la profundidad lograda durante el grabado podemos repetir esta operación de 2 a 3 veces.
Si se trata de una chapa de cobre debemos limpiar la pieza muy bien después de cada cocción para evitar que algún residuo de óxido pueda provocar defectos en las posteriores cargas de esmalte.
Es importante obtener un mismo plano entre el esmalte y el metal y para ello podemos lapidar la superficie con una “piedra de carborundun” blanda, de grano fino (280). Para finalizar limpiaremos la pieza, minuciosamente, hasta eliminar cualquier resto de piedra que pueda provocar un burbujeado desagradable en el esmalte y para devolverle nuevamente el brillo podemos darle una última cocción, rápida y
no excesiva.
Grabado sin esmaltes – Pieza esmaltada – Champlevé
Por Hugo Ostermann y Valeria Serrudo - 08/2005