En ocasión de concurrir a la Feria Internacional de Artesanías, realizada en el predio de la Sociedad Rural en diciembre de 2006, me encontré con un ceramista, del noroeste de nuestro país, al que conocía de bastante tiempo atrás. Entre otras cosas me comentó que había leído mi relato, publicado en el anterior Nº 29 , titulado “Cerámica incierta” y al respecto me aclaró que él había conocido al ceramista mencionado, antes de su muerte, y que también tuvo la oportunidad de tomar nota de algunas recetas del mismo libro que yo había visto. A diferencia con mi caso, dicho ceramista le había confiado algunas claves que servían para re-calcular las cantidades indicadas y de esa manera pudo obtener resultados satisfactorios. Para esta tarea contó con la colaboración de un amigo suyo, experto en matemáticas, que le pudo resolver las ecuaciones planteadas. Sorprendido por la revelación estuve por preguntarle acerca de dichas claves pero antes me interesó más saber qué había hecho con esos valiosos conocimientos. En ese momento su expresión cambió y se tornó sombría, luego de unos instantes de duda me explicó que después de realizar, exitosamente, las primeras pruebas sintió una fuerte inhibición que después se volvió permanente y que le impidió, posteriormente, repetir dichos trabajos. Luego agregó que todavía hoy no lo podía superar y esto le producía una intensa frustración que trataba de evitar procurando olvidar aquel asunto.
Al leer mi relato y luego encontrarnos no pudo evitar contármelo pero de inmediato se arrepintió y me pidió que yo también lo olvide, por mi seguridad futura. Después ya no quiso volver a hablar del tema.
Pasé todo el verano pensando en este misterioso episodio y luego tomé la decisión de darle difusión con la intención de evitar que haya más perjudicados.
Cerámica incierta 2
por Julio Gómez - 03/2007