Confesión

por Julio Gómez - 03/2006

Durante estas últimas fiestas de fin de año, al concurrir a una reunión en la casa de un amigo, se me acercó una señora, ya mayor, que me dijo que había sido alumna mía en un curso sobre temas cerámicos que había dictado en el año 1968, en mi antiguo local de la calle Lezica.
A esta altura de mi vida poco recordaba de aquel curso y por supuesto mucho menos de esta señora. De inmediato me dijo que quería confesarme algo, que no lo había hecho antes por falta de oportunidad y que todavía le producía alguna culpa cuando lo recordaba. Planteado el tema como lo hizo me produjo bastante curiosidad y le pedí que me diera más detalles. Me explicó que, en oportunidad de aquel curso, ella había concurrido al mismo no por su propio interés sino por pedido de un amigo que estaba escribiendo un libro y por tal motivo no disponía de tiempo para hacerlo personalmente. Durante la duración del curso le fue pasando información de lo dictado y algún tiempo más tarde, cuando su amigo ya había editado el libro, vió con sorpresa que me había copiado algunas cosas, especialmente una clasificación de los esmaltes cerámicos que yo había diseñado en base a datos leídos en otros libros y que tenía como principal mérito un ordenamiento original.
Cuando, poco tiempo después, el autor de ese librito me trajo un ejemplar, para que lo vea y le diera mi opinión, le hice saber, escribiendo sobre el texto con un bolígrafo rojo, mi sorpresa ante ese plagio. Al mismo tiempo y con el mismo bolígrafo le fui marcando otros temas copiados a otros autores. El hombre se puso muy molesto y me dijo que tuviera en cuenta que ese era su primer libro, como si esto lo habilitara a copiarme. Después, ante mi negativa de vender su libro en mi local, se fue enojado.
Ahora, 37 años después, aparece esta señora y me hace esta confesión. Le pregunté si podía mencionar su nombre y me dijo que sí, pero prefiero no hacerlo por prudencia,
Muchas veces mi vida ha estado signada por estos hechos casuales, aunque me resisto a creer en tanta casualidad. Seguramente hay otros mecanismos, que desconozco, que intervienen en estas historias.