Hace unos pocos días me llegó la noticia del fallecimiento de una veterana ceramista que a mediados de la década del 70 dirigía un taller llamado Cerámicas «La Lideresa». Ese taller nunca fue muy conocido en nuestro medio y en aquella época me enteré de su existencia por comentarios de una cliente mía que había sido alumna de aquella ceramista, entre otras cosas me explicó que había dejado de concurrir a dicho taller por no estar de acuerdo con su sistema de enseñanza, después de esto la noté como arrepentida de sus expresiones y me pidió que no lo comente y al hacerlo parecía muy preocupada, por esta razón no le pedí más detalles pero ya había despertado mi curiosidad, después de consultar con conocidos de nuestro ambiente me pareció que la mayoría no conocía a este taller y algunos pocos preferían no hacer comentarios, finalmente pude averiguar su dirección, en pleno barrio de La Recoleta, y hasta alli fuí para tratar de conocer a esta ceramista y a su taller, al llegar al lugar me encontré con una casa tipo «Petit Hotel», pero nada ostentosa y al llamar me atendió una señora quien me informó que «La Lideresa» estaba dando clases a sus alumnas y tenía la orden de no interrumpirla, noté que al pronunciar «La Lideresa» su entonación se endurecía, de manera exagerada. Cuando estaba por irme le dejé una tarjeta mía y en ese momento se acercó otra mujer y me preguntó que deseaba, cuando se lo expliqué me dijo que era a ella a quien yo buscaba y de inmediato me invitó a pasar a su taller, su actitud franca y decidida me tranquilizó y despejó algunas dudas que tenía, entrando al taller pude ver una larga mesa y una considerable cantidad de señoras, todas con guardapolvos negros, que rápidamente se alinearon alrededor de la mesa manteniendo un respetuoso silencio, en ese momento «La Lideresa» me presentó ante ellas y no pude dejar de advertir sus gestos de sorpresa. Mientras observaba el taller noté que no se veían arcilla ni herramientas y tampoco alguna pieza de cerámica y todo parecía demasiado ordenado como como para ser un taller de cerámica en actividad, «La Lideresa» pareció darse cuenta y rápidamente me explico que la cerámica que ella enseñaba era una Cerámica Simbólica, muy diferente a lo que seguramente yo esperaba, a continuación me condujo hasta una pequeña oficina y mirándome fijamente a los ojos me dijo que yo le parecía una persona confiable y que fue por eso que me había atendido y que esperaba que no me entrometiera en sus actividades privadas y que me olvidara de haberla conocido, de pronto su mirada terrible se dulcificó y me despidió con amabilidad.
Durante los días siguientes me sentía como bloqueado y finalmente decidí seguir su consejo de olvidarme de ella y de su taller. Hoy, después de tantos años, me entero de su muerte y me siento liberado de aquella extraña situación y es por todo esto que decido publicarlo como una manera de ponerle punto final a este asunto.
LA LIDERESA
por Julio Gómez - 09/2016