Mucho se ha hablado, y escrito, sobre las temperaturas utilizadas en los procesos cerámicos y generalmente se simplifica diciendo baja y alta temperatura, considerando como límite entre una y otra los 1200ºC (aproximadamente). Si queremos mejorar la apreciación tendríamos que ampliar la clasificación y, por ejemplo, decir :
Muy baja__________menos de 750ºC
Baja _____________más de 750º a 1000ºC
Media____________más de 1000º a 1200ºC
Alta _____________más de 1200º a 1400ºC
Muy alta _________más de 1400ºC
Estos valores son totalmente relativos y deben ser estimados en función del proceso cerámico al cual se refieren.
No es lo mismo hablar de fritas, esmaltes, pastas, pigmentos o materiales más técnicos. Cada uno de ellos tiene a su vez una diferente escala de temperaturas para ser clasificados y así vemos que las arcillas o pastas de base arcillosa tienen límites que van desde la temperatura de su deshidratación química hasta el punto de deformación térmica y así para cada material a considerar. Cuando decimos que un material necesita temperatura de gres no decimos nada porque el gres (o gresificación) es una medida de vitrificación que se determina por la porosidad final del producto obtenido(menos del 3%) y tanto se puede conseguir en bajas temperaturas como no conseguirlo en otras más altas y esto depende de la composición del material propuesto. Cuando se habla de temperatura (en cerámica) estamos utilizando un concepto bastante relativo, sería mucho más conveniente hablar de cantidad de calor y esto se evalúa al considerar el tiempo que un material necesita para llegar a una determinada temperatura. Cada material necesita una determinada cantidad de calor para completar un proceso térmico particular y si colocamos una pieza de arcilla cruda (bien seca para que no explote) en un horno a temperatura ambiente y lo llevamos, por ejemplo, hasta 1060ºC (cono 04) obtendremos un bizcocho de determinadas características. Si en el mismo horno ya a 1060ºC ponemos otra pieza igual a la anterior y la dejamos 5 minutos solamente vamos a calentar la parte exterior y el resto permanecerá tan cruda como antes, como podemos ver con solo tener la temperatura no basta y para conocer la cantidad de calor necesaria para hornear correctamente ese material en particular tenemos que precisar cuanto tiempo a esa temperatura (ciclo de cocción) dato que podemos obtener de manera experimental y reproducir fácilmente mediante el uso de conos pirométricos ( de calidad confiable) que registran la acción del tiempo y la temperatura de manera comparable.
Ahora que ya tenemos más claro (eso espero) este tema de las temperaturas voy a comentar como fui observando su apreciación por la mayoría de los ceramistas que he conocido. Es costumbre extendida entre nuestros ceramistas, especialmente en las escuelas, diferenciar las temperaturas solamente entre altas y bajas y estableciendo un límite, impreciso, que habitualmente está en los 1200ºC. También es común, opinar que las mejores calidades cerámicas se obtienen solamente con altas temperaturas y esto representa un serio error conceptual porque vemos muchos casos en que es exactamente todo lo contrario. Para poder asegurar cuales son las mejores calidades cerámicas tenemos que conocer cuales son las exigencias y/o especificaciones que requerimos de cada material en cuestión. No es lo mismo una cerámica para vajilla o sanitarios que otra para ladrillos o macetas, no es lo mismo producir objetos decorativos que porcelana técnica o componentes electrónicos. Cada tipo de material tiene composiciones específicas y tratamientos térmicos adecuados. Seguramente esas afirmaciones provienen de una época en que la alta temperatura era publicitada como algo sagrado e inaccesible y más de un gurú la calificó como tecnología de punta quizás olvidando, u ocultando, que los chinos hacían sus porcelanas a temperaturas cercanas a los 1400ºC hace ya más de 1300 años. En base a todos esos cuentos (chinos) se ha arraigado la creencia de que la “verdad” de la cerámica se encuentra en el campo de las altas temperaturas y para lograrla es necesario tener mayor cantidad de conocimientos. En mi opinión, después de muchos años de experiencia profesional, puedo afirmar, y demostrar, que es todo lo contrario. Obtener buenas calidades cerámicas en bajas temperaturas, o en tiempos muy breves, exige un mayor conocimiento tecnológico de los materiales y procesos y lo que es más importante, constituye un desafío inexorable en un mundo con un futuro energético muy comprometido y una ecología al borde del colapso.
Baja temperatura / 1
Por Luis Speciale / 03.2008