EL TIO

por Julio Gómez - 03/2015

Esa tarde recibí el llamado de un amigo, al que conocí como ceramista, y que después de bastante tiempo se comunicaba conmigo para invitarme a reunirnos y conversar sobre sus nuevas actividades, siempre me había resultado un tipo simpático y acepté complacido, cuando nos sentamos en un bar, en la zona de Recoleta, me comentó que había dejado la cerámica aunque le seguía gustando, quizás más que antes, después me explicó que, hacía dos años, había recibido la noticia de la muerte de su único tío paterno quien le había dejado toda su fortuna, agregó que esto le produjo un importante cambio en su vida y sobre todo en sus planes y expectativas, ahora, ya más adaptado a su nueva situación social, se estaba orientando al coleccionismo de obras cerámicas y para eso requería mi ayuda, me pidió que lo conecte con artistas ceramistas poco conocidos pues había visto excelentes obras de autores casi anónimos y pensó que comprarle a ellos sería una más justa forma de reconocimiento, en cuanto me dijo esto no pude evitar recordar a Rigoberto Santibáñez, ceramista salteño, especializado en esculturas de gran tamaño y que realizaba imágenes religiosas, figuras de próceres y otras personas notables pero además de todo esto, que producía por encargo, tenía una obra personal que siempre me había impactado por su creatividad y gran calidad cerámica, de inmediato se lo comenté a mi amigo y decidimos ir a verlo a su taller de la calle Charcas en el barrio de Palermo viejo. Cuando llegamos y nos hizo pasar a su lugar de trabajo pude notar la fascinación de mi amigo por las cerámicas de Rigoberto y estuvimos largo rato apreciándolas y comentando, de pronto mi amigo le dijo a Rigoberto que tenía mucho interés en adquirir toda su obra artística y Rigoberto, casi sin pensarlo, le dijo que su obra personal no estaba en venta y que solamente le podía aceptar alguna pieza por encargo, mi amigo sonrió, sorprendido, y le preguntó si le podía hacer una escultura con la imágen del tío que le dejó su fortuna, Rigoberto le dijo que sí, que no había problemas y se pusieron de acuerdo, mi amigo le tenía que llevar algunas fotografías y Rigoberto le haría la escultura, me llamó la atención que no hablaran de dinero y después nos fuimos. Algún tiempo después mi amigo me invitó a conocer su nueva casa y en el importante jardín de la misma, finalmente, pude conocer la imágen de su tío.