Al regresar de mi viaje a España recibí un mail de una ceramista que me decía que había leído mi libro “Falsa información” y quería hablar conmigo, personalmente, para hacerme algunas consultas y comentarios, también dijo que iría con su marido, de profesión psicólogo, que tenía interés en conocerme. En relación a los 800 ejemplares que yá circulan en nuestro medio y algunos más enviados al exterior fueron tan pocos los comentarios recibidos que uno de éstas características me parecía muy especial, acepté la invitación y nos reunimos para hablar del tema propuesto. Desde un primer momento su marido, el psicólogo, me preguntó en qué estaba pensando cuando decidí publicar el libro, la pregunta me pareció un tanto impertinente pero no tuve inconveniente en contestarle después de saber que él también lo había leído. Le comenté que lo que me preguntaba, de alguna manera, estaba publicado en el mismo libro y que me parecía que no había interpretado correctamente dicha explicación, me contestó que la declaración de mis intenciones, que había leído, le parecía válida pero su pregunta iba un poco más allá, acerca de alguna otra intención que podía haber tenido, ahora le dije que era yo el que quería saber de sus intenciones al hacerme esta pregunta y me dijo que era solamente por razones profesionales. Como para desenfocar un poco de este planteo me dirigí a ella, que no había pronunciado palabra, y le pregunté qué opinión tenía del libro, se turbó un poco pero me respondió rápidamente, casi sin pensarlo, explicando que el libro le había parecido interesante y hasta divertido y que contenía información que consideraba de utilidad pero que, a los pocos días de haberlo leído, le produjo un sentimiento de inferioridad que la tenía muy preocupada, lo había comentado con su marido y entonces decidieron entrevistarme para aclarar algunas cuestiones. Me sorprendió su franqueza y le comenté que había recibido diversos comentarios, pocos, pero ninguno en coincidencia con el suyo, entonces me pidió que le transmitiera algunos de dichos comentarios, como para comparar con su experiencia, y le fui detallando aquellos que más recordaba. Los comentarios más comunes fueron de algunas personas que se quejaban de no haber encontrado fórmulas (recetas) en el libro, nunca fue ofrecido este libro como un recetario y siempre estuvo debidamente aclarado que se trataba de un libro de críticas. Otro ceramista me escribió para decirme que a los “ceramistas” les interesaba más tener información “útil” en vez de críticas y entonces me pregunté si no era “útil” corregir esa falsa información que durante años habían recibido y que tanto mal ha hecho durante su aprendizaje, me resultó evidente que la palabra “útil” tiene diversas interpretaciones y hasta, como en este caso, contradictorias. Las otras escasas opiniones, casi nunca dadas por escrito, eran un tanto fragmentadas y en muchos casos difusas y de las cuales pude sacar muy pocas conclusiones. Siempre creí, ingenuamente, que el libro iba a ser apreciado en las escuelas, especialmente las oficiales, pero resultó todo lo contrario y hubo intentos de descalificarlo. Lo que pude averiguar, a través de los alumnos, era que algunos profesores se encontraron en situación incómoda al tener que dar explicaciones a los que habían leído el libro y que ahora preguntaban porqué se les enseñaba otra cosa! además para descalificarlo debían probar que yo estaba equivocado y nunca pudieron hacerlo.
En cuanto a los profesores me llamó la atención que uno de ellos me reprochara el hecho de haber criticado a autores prestigiosos sin medir las consecuencias (SIC). Recuerdo haberle preguntado si el creía que dichos autores habían medido las consecuencias de su irresponsabilidad al haber publicado lo que escribieron y evitó contestarme opinando que mi actitud era poco ética con mis colegas y que no ayudaba a nadie! Le aclaré que no los consideraba colegas y que se hicieran cargo de lo que publicaron.
Aparte de estos comentarios no había otros que recordara y cuando dí por finalizada mi descripción noté que el matrimonio permanecía en silencio, esperé algunos minutos y nada! entonces les pregunté si había algo que no hubieran entendido y me dijeron que no, que se les había hecho muy tarde y se tenían que ir, me agradecieron la atención y se fueron rápidamente, como huyendo. Por mi parte quedé algo desconcertado y todavía no puedo descifrar qué es lo que produce “Falsa información” en la psicología de los ceramistas.
Falsa información
por Julio Gómez - 07/2010