MADURA LA TIERRA por Florencia Califano

Del 21 de octubre al 27 de noviembre de 2022, se presenta la muestra «Madura la tierra» con obras de Florencia Califano, en Xabia, provincia de Alicante comunidad Valenciana, España. Las esculturas fueron realizadas durante su residencia en Guldagergaard, Dinamarca.

Florencia comparte el concepto y el sentir de su trabajo:

«Una alfarera conoce del tiempo, de la espera y de la paciente perseverancia sobre las formas. También sabe de prisas y frustraciones, porque la quema es siempre volver a empezar. La cerámica es domesticar la arcilla, imprimir la memoria de una huella para dominar un cuerpo físico y movilizar sus partículas.

Modelar el barro es encontrarme con un conocimiento matérico que me antecede, una memoria atávica que se manifiesta cada vez que lo amaso, o cuando abro el horno imaginando un resultado. Siempre vuelvo sobre mis pasos para seguir un mismo recorrido hasta lograr esa reconciliación amorosa entre idea y materia. Ser ceramista es abrirse a una pulsión urgente que necesita salir a narrar una historia y volverla presencia.

Abya Yala significa tierra en plena madurez o tierra de sangre vital, proviene del idioma Cuna, es el nombre más antiguo que hace referencia al territorio americano. Las naciones americanas tenían la idea vitalista del mundo, donde la tierra no estaba separada de los humanos: era un ser vivo.

Hoy esta tierra madura cuenta la historia de La ceiba, un gran árbol que hace unos 30 millones de años cruzó el océano atlántico desde Abya Yala hacia África. ¿Fue este viaje un accidente que sólo ocurrió una vez? Plantas que se dispersan entre continentes gracias al viento, el agua, aves, peces, mamíferos e insectos.

Unas pequeñas semillas llegaron a las costas de África y durante millones de años mutaron para sobrevivir en un nuevo ecosistema, separándose lentamente de sus hermanas americanas: iguales pero diversas. Los Tainos, antiguos habitantes de las Antillas, fueron exterminados durante la colonización española de América, sin embargo, su memoria los sobrevive en la palabra ceiba que significa bote. Un pequeño bote natural que atravesó el océano llevando en su interior la potencia de la vida, una invasión natural y amorosa que no fue realizada por nosotros, animales humanos.

Las selvas y bosques dependen de los viajes de las semillas, sin embargo, este equilibrio está en peligro. En el pasado las plantas pudieron viajar entre continentes, hoy, muchas ya no pueden ni siquiera sobrevivir en lo que era su ambiente natural porque la sangre vital del mundo se está secando y nosotros somos los responsables.

Una semilla guarda secretamente en su interior la posibilidad pura, el futuro en suspenso y esas promesas por cumplir que esperan mansamente tocar el suelo para madurar y germinar dentro ese útero de tierra e iniciar así el ciclo de la vida. La cerámica también representa la mutación vitalista de la naturaleza porque quemar el barro es hacer madurar la tierra para volverla leyenda.»