Durante la visita al 15º Simposio Internacional de Cerámica, en el Instituto Municipal de Cerámica de Avellaneda Emilio Villafañe, la ceramista Silvia Carbone, nos presentó a las ceramistas Marilú Tejero y Sulma Barrientos Sánchez, a las que tuvimos oportunidad de invitar a un café y compartir una agradable mañana en la que nos contaron sobre su trayectoria.
RC: ¿Cómo se conocen con Silvia Carbone?
MT: Vilma Villaverde se contacta conmigo hace un par de años y me dice que Silvia Carbone va a presentar su postulación para ingresar a la Academia Internacional de Cerámica, y se necesitan tres patrocinadores, como tres padrinos, y me pregunta si yo puedo hacerlo. Entonces entro a la página web de Silvia y veo esos lápices… me fascinó su trabajo, quedé encantada. Leí sobre su carrera y demás, y escribí una carta postulándola. Y así empieza nuestra historia.
También sentí mucha admiración por su trabajo con “Barro Patria Grande”. Y el año pasado ella organiza el encuentro en Merlo (3° edición del Encuentro Binacional de Cerámica por la unión de los pueblos hermanos de Argentina y Bolivia), me invita y vine. Y me encontré con todo el grupo boliviano y estuvimos juntos, porque en esos eventos yo trabajo como boliviana.
RC: ¿naciste en boliviana?
MT: Yo nací en Oruro, Bolivia. Y mucha gente no me cree, pero así me presento. Nací en Oruro, crecí e hice mis estudios secundarios en Oruro.
RC: ¿cómo es tu historia? ¿Tus padres de dónde eran?
MT: Mi madre nació en Uyuni y vivió en Oruro toda su juventud y toda su vida. Y mi padre llegó de España hasta a Arequipa, Perú, como llegaban todos los muchachos jovencitos, y viniendo a Buenos Aires, se quedó en La Paz, y de ahí se quedó en Oruro. La conoció a mi madre, se casaron y aquí estoy yo, orureña. Y después me fui a Cochabamba, a la Universidad de San Simón y estudié Odontología. Me casé, tuve dos hijas y en 1975 nos fuimos a Australia, viví en Melbourne hasta el 2000.
RC: ¿Trabajaste como odontóloga?
MT: no, en Australia no reconocían mi título de Odontología, pero yo hablaba inglés y conseguí un trabajo para el gobierno en Melbourne. Trabajé en el asentamiento de los emigrantes de habla hispana, recibíamos profesionales latinoamericanos, uruguayos, argentinos, chilenos, bolivianos, en esa época llegaban cantidades, todos refugiados, y colaborábamos en la búsqueda de alquileres, en cuestiones legales, en todo lo que era acompañar a los que llegaban. Yo lo hice con mucho amor y esa fue mi vida.
En 1983 vivimos un año en Lima, Perú. Yo iba mucho a los museos, me encantaba ver la cerámica, y tomé clases con una alemana Linde Junge que tenía un estudio en San Isidro. Llega a Perú en ese momento, un artista peruano radicado en España, el Profesor Francisco Espinosa Dueñas invitado a dar clases de grabado en la Escuela de Bellas Artes. Salió en diario El Comercio una entrevista que le hicieron, muy interesante, sobre de su atelier de cerámica y pintura en Burgos. Al día siguiente me fui a verlo, fue una peregrinación de treinta personas que leyeron el articulo y fuimos a buscarlo respondiendo al llamado de la cerámica. Le rogamos nos dé un curso intensivo. Se armo rápidamente y así empezó mi carrera en la cerámica, fue todo experimental, crear fantasías y salió increíble, al mes exhibimos en el Estudio Jardín de Víctor Delfín, artista limeño de primera línea, y auspiciadas por el Ministerio de Industria y Comercio viajamos a Arequipa. Un éxito.
Luego regreso a Australia, empecé a tomar cursos, me compré un horno a gas y participé en ferias para poder pagarlo. Seguía como hobby y decidí estudiar. Fui a TAFE Colleges, institutos preuniversitarios. Fui a tres y tuve excelentes profesores. El último año postulé y asistí a la Universidad Monash durante cuatro años. Las clases eran de 7.30 en la mañana a 5 de la tarde. Muchas materias técnicas muy estructurada y muchas facilidades en los estudios. A la educación de cerámica de Australia no hay nadie que la supere. He andado por Europa, España y ninguna es superior a la de Australia.
RC: ¿y qué te pareció la Escuela de Avellaneda, comparando?
MT: me impresionó mucho. Está muy bien armada. Es distinta a lo de Australia. Porque las clases empiezan por la tarde. Allá estamos todo el día trabajando. Y cuando no hay una clase teórica o práctica con el profesor, estamos en el estudio trabajando.
RC: ¿la educación en Australia es ESTATAL?
MT: Lo era cuando asistí, de a poco se ha internacionalizado, se han abierto al alumnado de Asia, que ha comenzado a reemplazar al estudiante australiano que ya no tiene gran capacidad económica. Porque en Australia se vive bien, pero no se es rico. En Australia había cinco universidades con Departamento de Cerámica, muy activos, recibían visitas de figuras internacionales de la cerámica y todo el alumnando asistía. Se organizaban festivales de Cerámica y el Congreso Nacional de Cerámica de toda Australia, con invitados muy famosos y así se aprende muchísimo.
Después de estudiar, empecé a trabajar en lo mío, a desarrollar mi trabajo y presentarla en exposiciones. Yo viví vendiendo siempre mi trabajo. Si quisiera hacer una retrospectiva, no tengo nada. Lo vendí todo. Yo he vivido de eso.
Luego en el 2000 me separé de mi pareja y me fui a Estados Unidos, viví con ceramistas en el estado de Nuevo México, en Taos y Santa Fe.
RC: ¿Por qué a Estados Unidos?
MT: porque es un mercado grande. Y hay que pensar grande. Me hubiera ido, tal vez a Europa, no sé, pero fue lo mejor que pude hacer. Son 300 millones de habitantes, en Australia eran 19 millones y en mi ciudad había 4 millones en esa época. Y de los 4 millones siempre es un 1% el que se interesa por el arte.
RC: ¿y cómo te las arreglaste ahí?
MT: Estuve 5 años en Miami y trabajando en dos escuelas, enseñando cerámica. Me fue muy bien. Durante el día enseñaba a los niños y en la noche enseñaba desarrollo de esmaltes, a adultos.
En 2008 me fui a Albuquerque, Nuevo México, busqué un estudio donde trabajar. Encontré un taller donde habían cuatro tornos, muchísimas piezas en torno, la encargada del estudio se estaba jubilando y me pidió que la reemplace. Terminé encargada de cinco talleres. Y tuve trabajo a tiempo completo por años.
Y terminaron de llegar todas mis cosas de Australia, me arrepentí no haber traído mi horno a gas, con manta, con dos quemadores, con pirómetro, que yo podía leer los conos, una maravilla. Me dijeron que viajaba muy mal, pero hasta ahora me arrepiento, porque después nunca pude conseguir algo parecido. Aquí he tenido que usar los eléctricos, y me gustó mucho trabajar con equipos en hornos anagama. Trabajé hasta el 2016, y después comencé a viajar a Europa.
RC: ¿por qué a Europa?
MT: por mi padre, él nos hizo «crecer» en España, tengo primos hermanos en España, todo lo que nos leía, yo he crecido comiendo tortilla española, bacalao, lentejas, guiso de garbanzo, tortilla patatas. Esa era nuestra comida. Y cuando yo llego a España, todo me era conocido.
RC: ¿Lo conociste a Antonio Vivas?
MT: Por supuesto que lo conocí a Antonio Vivas. Antonio Vivas, en su nave, donde tenía sus libros, toda su colección, me ofreció té en una taza hecha por Bernard Leach, el padre de la cerámica moderna y que hizo el vínculo con Hamada en Japón. Antonio estudió cerámica en Australia, conocíamos a mucha gente en común. Creo que he visitado a todos los ceramistas, los estudios, las ferias, sus fábricas, de toda España, conozco a todo el mundo. Conocí a Oriol Calvo, es el representante por el Mediterráneo para la Academia, es de Argentona, Cataluña. Organiza una feria muy grande de cerámica, a la que voy por tres, cuatro días. Así que los empecé a ver desde que empiezan a preparar todo. Viajo por toda España, me alojo en pensiones familiares. Me gusta investigar, visitar todos los museos, iglesias, la mejor arquitectura está en las iglesias. Voy a ver todo lo interesante que hay en los mercados, la comida, hablo con la gente del lugar. Visito a ceramistas, alfareros, por supuesto. Y después me voy a otro pueblo.
RC: ¿Y tus hijas?
MT: Ellas viven en Melbourne, Australia. Tienen su vida, siguen viviendo allá. Hicieron su vida, se casaron, tienen sus hijos, han hecho su comunidad. La gente que no se mueve de su lugar hace comunidad, algo que es muy importante y a mí me falta. He hecho, pero siempre me he estado moviendo…
RC: Bueno, tu comunidad es la de los ceramistas…
MT: Claro, mi comunidad es internacional, están en todas partes. Conozco a todos. Esa es mi comunidad.
RC: ¿estás registrando toda tu experiencia en estos viajes?
MT: no…yo necesito a alguien que me lo escriba.
RC: ¿y cómo conociste a Vilma Villaverde?
MT: Cuando yo estaba en la universidad, los profesores nos traían mucha información, traían catálogos…y un día llega un catálogo de Nueva Zelanda, de una exposición que se llamaba el Fletcher Award, y yo veo un caballo, como los caballitos de madera de la feria, obra de Vilma Villaverde, de Argentina. Jamás había escuchado el nombre. El año 2014/ 15 voy a Estados Unidos, y en una conferencia llamada CECA, Conferencia Nacional de los Educadores de Cerámica artística, organizada por un grupo fantástico de catedráticos, académicos, artistas, practicantes. Asisten de 5 a 6 mil personas. Y cada vez hay más internacionales que asisten. En una exhibición estoy con un grupo de amigos y escucho a alguien detrás de mí, hablando en inglés, pero con acento argentino… y me doy la vuelta y le pregunto ¿quién eres? soy Vilma Villaverde. ¡¡¡Me morí!!! la miro y empiezo a llorar y Vilma no entendía nada! me emocionó tanto conocerla! ya después nos hicimos amigas, y empezamos a estar más en contacto, me invitó para ir a China, a Yixing, y ahí conocí a todo el grupo argentino, a Guillermo Mañé, por eso cuando vi que le hacían un homenaje, me vine. Luego me invitaron a un Encuentro Latinoamericano en la India, Gujarat, en Varoda , organizado por Vilma. Ahí estuve con Lorena Cámara, Alejandra Jones y muchas más.
RC: anduviste por todo el mundo…
MT: Sí, y después por mi cuenta he ido mucho por cursos de verano a España, en Galicia, en Pontevedra… conocí a Alberto Bustos y Juan Ortiz. Otro año conocí en Francia a Simcha Evansham, de Israel.
RC: ¿en toda esa recorrida nunca volviste a Bolivia?
MT: Yo volví a ver a mi familia, pero nunca he podido hacer lo que yo quería, yo quería ir a ver galerías, y me enteré de la Bienal de Arte en La Paz, fui y empecé a conocer a los ceramistas bolivianos. Y uno de ellos estaba organizando en Tambo Quirquincho, un Encuentro Internacional de Ceramistas. Me invitaron y fui, me quedé todo el mes y conocí a varios ceramistas de Argentina, hice amigos, después fuimos a Pisac, Cusco, Perú. Y después no hemos reencontrado aquí en Merlo, el año pasado.
RC: ¿y ahora siguen viaje?
MT: Ahora, terminado el Simposio, nos vamos a Perú, hay un encuentro de cerámica, va a ser como en Merlo, las obras son 20 centímetros, porque todo va a entrar en un solo horno que ha hecho el maestro Zenón Gallegos, el que organiza. Y están viniendo de toda América, desde México hasta la Patagonia. Me encanta asistir porque es dar apoyo y además difundir a otros qué se está haciendo, igual que el simposio de Avellaneda y el encuentro de Merlo, que fue fantástico porque vino mucha gente del Perú, de Bolivia, de la frontera, de los pueblitos donde trabajan en barrios. Vinieron de Casira, de Villazón también, de la selva peruana, estuvo hermoso.
Bueno, permíteme que te presente la profesora Zulma Barrientos Sánchez, de la ciudad de La Paz, de la Universidad Pública del Alto La Paz, Bolivia. La conocí cuando vine al Tambo Quirquincho. Ella me invitó a ir a la universidad, me recibió la profesora Sulma Barrientos Sanchez y la profesora Isabel Garrón, ellas han convocado a todos sus alumnos para una pequeña charla que doy en la universidad y me hicieron una entrevista en el Canal de la universidad. Todo muy interesante y me impresionó mucho.
SBS: yo soy de La Paz. He estudiado desde el colegio, gracias a un taller de arte que hizo paralelo un docente de colegio, de ahí sentí la afición al arte he hice mis primeras experiencias. Terminé el colegio y ahí comencé a estudiar arte. Tuve que elegir entre dos especialidades: pintura y cerámica, me anoté en Pintura y a los tres meses pasé a Cerámica. Me recibí en Cerámica, luego hice seminarios, actividades, porque necesitaba enriquecerme más, porque no solo es aprender la técnica, sino el concepto, la idea. El último año me propusieron una beca de intercambio y me fui a Francia a estudiar, me sirvió mucho, porque en Bolivia la educación es muy académica y tradicional, nada de arte contemporáneo.
RC: Sí, otra forma de trabajo… ¿con el idioma cómo fue?
SBS: Aprendí un poco antes de irme, y continuar allá. Gracias a esa experiencia, se abrieron varias cosas. Pude conocer artistas, entrar en otras áreas que nunca la había incursionado, aprender fotografía, videoarte, fui parte de un festival en Francia. Hacía mis experiencias en cerámica, pero, realmente era otra cosa de lo que yo había conocido. Nada que ver, mucho más abierto.
RC: ¿Y cuál era la diferencia más importante?
SBS: la forma de trabajo era diferente, porque allá, valorábamos mucho la parte teórica y el proyecto, que era básicamente lo primero que te aprobaban, tenías que presentar tu proyecto, contar qué es lo que buscabas, bien fundamentado, para que tres docentes te aprobaran y te dieran el ok. Recién después se producía la obra. O sea, si no estaba fundamentada, no servía. Y tenías que convencer con tus fundamentos para que te dieran la accesibilidad al material. Esa era una forma de trabajo que yo no conocía. Porque acá es como que haces tu idea y luego ya recién hablas el discurso. Allá era totalmente diferente.
RC: ¿y qué más sentís que te aportó la beca?
SBS: pude conocer a otros estudiantes, gente de la India, de Alemania, que igual que yo, estaban de intercambio. Te abren la cabeza de una manera… Si me hubieras conocido más antes, no soy lo que soy ahora. Ni hablaba mucho. Era más cerrada en mi trabajo. Y esa experiencia a mí me dejó totalmente así, esta que ves acá no es la que se fue de Bolivia.
RC: qué bueno que te hayas permitido el cambio…
SBS: yo creo que incluso para Bolivia ese cambio fue enriquecedor. Como artista, como persona, pero también yo he querido abrir también ese paso para otras generaciones. Es también mi inquietud, trabajar en cursos, incluso trabajar con comunidades, enseñar.
RC: ¿Y luego entraste a trabajar en la universidad?
SBS: Bueno, en la universidad incluso fue chistoso porque cuando entré, les avisé que soy una persona muy activa, siempre tengo actividad, siempre estoy viajando. O sea, si yo entro a trabajar, en algún momento yo les voy a pedir el permiso y esa licencia para irme. Y con esa condición entré a trabajar en la universidad. Y me dijeron sí. El mismo año, al mes, yo ya tenía dos viajes … yo les expliqué que quisiera que se permita también al estudiante salir y abriese a conocer, porque los llevo, quiero que tengan la oportunidad que yo tuve, que no es fácil en Bolivia. Tenemos una forma de educar muy cerrada, estamos muy arraigados y somos muy de familia, yo noto que para los argentinos es más fácil, desapegarse y viajar. Incluso ser mujer es mucho más complejo. En mi país la mujer no sale, está relegada a la casa, con todo eso tuve que batallar. Por eso trato enseñar esto de pensar en abrirse paso, porque si no lo hacen en la universidad, después no lo van a lograr.
RC: Igual quizás el arraigo también puede ser una característica de personalidad. No todos están dispuestos a dejar lo conocido, cambiar de idioma, costumbres, etc… no todos están dispuestos, implica una gran cuota de coraje…
SBS: Claro, pero ese coraje a veces necesita un empujón. Yo no tuve ese empujón. A mí me tocó tomar la decisión.
RC: más valor todavía…
SBS: por eso empujo a mis alumnos, es como enseñarles a caminar, les enseñas y después los sueltas. Yo siento esa responsabilidad con ellos. Finalmente, la idea es que mejore el arte en Bolivia. Y podamos ampliar la visión, es importante para conservar la identidad, pero a partir de la identidad y de nuestra cultura, podemos proyectar también otro arte, revalorizando lo que tenemos. Para mí, viajar me aporta para actualizarme y ver qué se está haciendo, y después lo traslado a mis estudiantes.
RC: ¿qué edad tienes ahora y a qué edad comenzaste a viajar?
SBS: Yo tengo 40 y empecé a viajar casi a los 20 años. Fueron las circunstancias, me tocó ir sola y siempre encontré gente que me ayudó, y es muy lindo, siento como que el mundo me quiere y me recibe. Participé en muchos encuentros, soy escultora también y he viajado mucho gracias a la escultura también… soy de las primeras escultoras mujeres de Bolivia, que, para la cuestión de género en Bolivia, es también es un tema muy fuerte, me tocó competir con los varones y hacerme un espacio, siendo muy cerrado el ambiente escultórico, y hacerme respetar en ese ámbito como mujer y no como objeto de deleite, es muy complejo también.
RC: tu origen es de una sociedad muy patriarcal, ¿no?
SBS: yo siento que siempre he competido con los varones, en mi entorno familiar, yo soy la única hija de muchos hermanos, así que ya competía, así que mi carácter se viene formando desde mi infancia…en Bolivia, el varón es más importante que la mujer. Y en el ámbito de la escultura a mí me costaba más, porque la cerámica se toma como un oficio más femenino, “vas a hacer hoyitos, vas a hacer platitos” … les dicen a los chicos. En general yo creo que en todos los países es así, la mujer es la ceramista, el hombre no. Siendo que la cerámica no es solo el objeto utilitario, también hay cerámica escultórica en Bolivia. Yo creo que no es una cuestión de género. Así me tocó pelearlo en varios ámbitos, y también en la educación… y los viajes, te abren la cabeza y te hacen ver otra cosa. Ya me hago respetar en ese aspecto, porque antes era como más tranquila en ese aspecto.
MT: Sulma tiene mucho futuro, tiene sólo 40 años, tiene toda una vida por delante. Y estamos en la misma sintonía prácticamente. El año pasado tuve un sueño. Conozco a estos docentes profesionales de la cerámica en las universidades en Bolivia y ellos no conocen lo que es la Conferencia Internacional de Cerámica en Estados Unidos, y los quiero invitar a que viajen y participen, y empezó el proyecto.
RC: ¿ya viajaron?
SBS: Sí, estuvimos hace poco en Estados Unidos, en Cica, fuimos siete catedráticos de cerámica, de diferentes lugares e instituciones. Marilú gestionó para que se nos invitara, con carta de invitación a cada uno, eso pocos lo consiguen, que el presidente de la conferencia enviara unas cartas magníficas invitando a cada uno.
RC: ¿Y cómo se pagó todo?
SBS: Cada uno lo gestionó, porque como somos de diferentes ciudades e instituciones, y fuimos y quedamos asombrados de la magnitud del evento, de todo lo que congrega a nivel cerámica, un pabellón grande con muchas universidades que te proponen estudiar, hacer intercambios, residencias, etc. Y aparte acceder a artistas contemporáneos trabajando ahí en los espacios. El evento se realiza en tres días, desde las ocho de la mañana hasta las cinco de la tarde. Y congrega toda una actividad en torno a ese evento en la ciudad, porque muchas de las galerías interactúan con el evento, y se organizan exposiciones de ceramistas. Mucho para ver, toda la semana estás en una actividad. Siete exposiciones de todas las universidades. Creatividad de gente joven de todas las edades, de todas partes, increíble toda la variedad. A un nivel internacional, gente de todas partes del mundo que te muestra su forma de trabajo y el proceso, algo que pocas veces podemos ver, que sólo conocemos por los libros, pero nunca lo hemos visto trabajar.
RC: ¿Qué estás haciendo en la facultad, en la universidad?
SBS: Soy docente en la especialidad de cerámica y en la especialidad de escultura en la universidad. He llegado a ser parte del Consejo de la Universidad, este año lo dejé por cuestiones familiares, pero desde donde esté siempre trato de abrir campo. Hemos tratado de llevar delegaciones de estudiantes a Tacna y sin apoyo de dirección, lo pagamos nosotros con los chicos. Porque a veces es así, como quijotesco. Hay mucho recelo también a nivel artístico.
RC: ¿Y te queda tiempo para obra?
SBS: Algo. Ahora tengo seis tutorías, de trabajo dirigido para la titulación de alumnos, y eso también me absorbe, pero trato de hacerlo porque creo que es el mejor legado que voy a dejar, es la semilla en cada uno. Eso me parece a mí mucho más…
RC: Contaste que también realizás escultura ¿en qué material?
SBS: Madera, metal y piedra.
RC: ¿Cuál es tu opinión de todo en general y del simposio que acabas de ver?
SBS: A mí me gusta mucho todo el movimiento de cerámica que hay acá. Porque siento que hay mucha acogida de la cerámica en Buenos Aires, en toda Argentina, a nivel de gente que quiere aprender, que cultiva esto en sus talleres, enseña.
MT: En este viaje al Simposio, nos ayudó mucho Silvia Carbone a completar las actividades para aprovechar las mañanas libres. Silvia nos armó un recorrido, conocimos el taller de Rubén Fasani, visitamos la muestra de Emilio Villafañe en el espacio Dawa, en San Telmo, etc. Nos reunimos también con el ceramista uruguayo Juan Pache, que nos habíamos conocido en el encuentro en Uruguay.