El viaje que he realizado por Rusia y países del Báltico me dio la oportunidad de interesarme por la producción cerámica de la región y junto con mi admiración hacia las tan abundantes, diversas y ricas manifestaciones del arte que pude apreciar, fui recogiendo datos sobre esta actividad artesanal, conocimiento que trato de transmitir en esta nota con el objetivo de difundir algunas de las referencias que he obtenido.
En primer lugar observamos que la cerámica en Rusia está presente en los edificios característicos de su cultura, pues el ladrillo y la cerámica esmaltada forman parte del diseño de las fachadas y de la decoración de su propia arquitectura tradicional sin influencias foráneas, especialmente en las iglesias.
La producción de la cerámica Rusa prácticamente no fue tenida en cuenta en Europa hasta el siglo XX y se la conoce a partir de una exposición que se realizó en Sèvres, en la que se la puso en valor y se reconoció su calidad como así también la creatividad propia de algunas series. A partir de ese momento fue apreciada y requerida más tarde por el coleccionismo. Varios museos del mundo, poseen ejemplares únicos, de la Fábrica Imperial, aunque podemos comprobar la ausencia de piezas rusas en los patrimonios de porcelana de los museos de nuestro país.
En esa región europea se comienza a fabricar este material en San Petersburgo en época tardía. La importación desde China había tenido su importancia en el mundo de la corte de los zares y el interés en producir su propia porcelana aparece en el imperio bajo el reinado de Pedro el grande. (Zar de Rusia entre 1682 y 1725). Si bien los barros y mayólicas se producían en la región desde época temprana, esta artesanía no había llegado a desarrollar la alta calidad que podemos observar en la de países europeos famosos por sus alfares; quizás ésta haya sido la razón por la cual los primeros intentos de producción requirieron especialistas extranjeros.
La producción de la propia porcelana en el Imperio ruso aparece por diversas razones, una de ellas por necesidad, como aconteciera en otras cortes europeas, dado el alto valor del material que se importaba de China y entre otras por el interés que tenían los zares del siglo XVIII en estar a la misma altura cultural y equipararse a los otros centros europeos que ya poseían sus manufacturas de porcelana. Estos centros habían trabajado en porcelana tierna o europea y luego obtenido la fórmula de la porcelana dura u oriental, descubierta en Meissen recién en la primera década del siglo XVIII, pero tardó en divulgarse pues se la consideró un bien propio y secreto del principado.
La campaña de Pedro el grande para conseguir su propia producción no tuvo éxito, aunque se había contactado con alfareros de Italia Austria y Alemania pero más tarde su hija Isabel (Elizabeth I) logró que un artesano alemán venga a su país para que establezca en San Petersburgo, (ciudad fundada por su padre y capital del imperio), la primera manufactura de la región en el año 1744. Esta manufactura imperial realizará cerámica al estilo holandés, (apreciamos los azulejos que decoran las estufas del
Palacio de Peterhof) y de porcelana al estilo de Meissen, pero más tarde ese esfuerzo deja de dar sus frutos.(…)
VER NOTA COMPLETA (PARTE 1 )