Desde el 27 de abril hasta fines de mayo de 2024, Paula Lekerman presenta sus obras en la muestra «Rebrote de amor», un ensayo que busca responder interrogantes sobre la esencia del ser en el mundo, se exponen el horror y la perla, las sombras del hogar y las flores del amor.
La curaduría es de Flavia Canitano. En @704oficinadearte ubicada en Florida 336 piso 7, CABA.
REBROTE DE AMOR
Una punta de cielo rozará la futura casa humana.
Alfonsina Storni
«La casa se reconoce como símbolo de estabilidad y seguridad, pero también puede representar la opresión y la restricción. Su estudio permite la exploración de la complejidad de las relaciones humanas, la memoria y la construcción de identidad. El filósofo alemán Martín Heidegger destaca en su obra “Ser y Tiempo” la importancia de la conexión con el entorno en la experiencia humana y en la comprensión del ser.
La voz de Paula Lekerman nos interpela: “La casa nos protege de los peligros y nos da seguridad, pero basta una grieta, una cucaracha, una polilla naciendo de una larva en un rincón, una fruta que se pudre en una hermosa frutera, una servilleta manchada o un colchón oxidado, para que el corazón palpite con fuerza y el organismo, nuestra biología, se haga presente. La sangre corre por las venas y se precipita:
¿Qué somos? ¿De qué estamos hechos? ¿Qué es el cuerpo? ¿Qué es interno y qué es externo?”
En el trabajo de la artista se evidencia un proceso de diálogo con la materia, su obra está habitada por el juego de la ambigüedad mediante la exploración del vidrio y su poder de transformación; sobre este material paradójico Alison Lowry dijo: “El vidrio es el medio perfecto para encapsular nociones transitorias, ofrece infinitas posibilidades escultóricas y está lleno de contradicciones: un espejo de la vida misma”.
Rebrote de amor nos propone fragmentos del hogar que operan como lentes. Estos instrumentos ópticos resultan útiles para examinar la condición humana y su desarrollo en el ambiente. Entre las paredes de 704 OFICINA DE ARTE repercute el interés de Paula por los detalles visuales de lo cotidiano y por la búsqueda del límite entre lo humano y lo inerte. El dolor, la herida, la carne viva se exponen, enmascarados por otros objetos con voluntad de decorar las sombras. La recepción encarna la premisa de lo ambiguo: la umbría del hogar vs. el esfuerzo de decoro. Hacia el fondo asoma La mesa está servida, el despliegue de un banquete en el que se hace presente el horror y la perla, donde el sufrimiento puede ser plato principal, pero la flor busca ser alivio. En un rincón se nos planta el cielo, tan intangible como opuesto a la casa. La oscuridad parece ser innegable en este habitar, así como también el brillo del amor en su eterno renacer.»
Curaduría: Flavia Canitano.