Cabe aquí una reflexión sobre el sentido del CAAC. Me pregunto, siendo partícipe en este momento de la conducción de esta organización, cual es el sentido del Centro Argentino de Arte Cerámico y si es que aún lo tiene para el conjunto de los ceramistas que conformamos esta comunidad tan particular. Pero más allá de este punto, que es urticante y para el cual no alcanza una sola mirada y menos una única respuesta, me gustaría resaltar algunos aspectos que quizás sea positivo abordar.
Es natural que en toda organización coexistan líneas de pensamiento o de acción que estén diferenciadas y que en ciertas ocasiones pueden alcanzar altos picos de disenso. Son fuerzas que, aunque conviven, suelen confrontar entre sí, lo cual a veces se manifiesta de modo claro y otras no tanto.
Estas fuerzas visualizan al Centro con diferentes lecturas que van desde la posición de exigencia de algunos y lo sustentado por aquellos que en este momento estamos intentando que este espacio adquirido ya hace casi 50 años, simplemente no desaparezca. Es una puja evidente entre lo existente realmente y lo francamente requerido.
Lo que todos sabemos es que el CAAC es una asociación civil sin fines de lucro, cuya actividad debe ajustarse estrictamente a los fines propuestos en los estatutos y en la cual todos los ingresos deben provenir exclusivamente del cobro de las cuotas sociales y de lo recaudado, con esfuerzo, por otras actividades, como el armado de los diferentes Salones, si es que dejan algún saldo a favor del CAAC. Además, los integrantes de las comisiones directivas se desempeñan en forma ad honoren (sin retribución alguna). Más aún, los bienes que posea la entidad, en caso de disolución deberán donarse a otras entidades de similares características.
O sea, ¿qué pretendo esclarecer con todo lo expuesto?
Primero, quienes estamos a cargo de este Centro lo hacemos en forma ad honorem pues somos voluntarios sociales, tal cual lo establece la Ley 25.855, sobre el Voluntariado Social. Esta ley determina que quienes trabajamos en actividades sin fines de lucro, estamos caratulados dentro de esta legislación como tales: voluntarios sociales.
En este contexto, es más que evidente que la razón de ser del Centro no es ciertamente lucrar con el dinero de los asociados ni con el ajeno. Aclaro esto pues a veces no se comprende por que se cobran aranceles para participar en los Salones, entre otras cuestiones.
Por otra parte, definir nuestra misión institucional y nuestras metas para el futuro no es tarea sencilla.
En tal sentido, dado lo efímero del mandato, a la actual Comisión Directiva y mí en particular, nos cabe sólo una parte de la responsabilidad por el devenir de esta institución, ya que el resto le atañe a la comunidad cerámica en su conjunto. En definitiva, es ésta quien va a decidir, con su participación o no, sobre el futuro de esta entidad que fue el sueño de algunos ya hace unos cuantos años atrás.
Yo sigo creyendo y por eso estoy aún en esta Comisión junto con otros más, que las grandes cosas se hacen en conjunto.