Después de cumplir 80 años fui dejando de realizar ciertas actividades que yá no me interesaban y al tener más tiempo disponible pude concentrarme en otras que todavía me seguían motivando…Un día recibí el llamado de Nefelino, un viejo amigo de la cerámica, que hacía tiempo que no veía y me comentó que se había mudado muy cerca de mi domicilio, por tal motivo me invitaba a visitarlo para charlar y recordar viejos tiempos, le dije que podíamos ir al bar donde nos reuníamos antes y como siempre tomar un café y hablar de todo un poco…me comentó que hacía bastante tiempo que no salía de su casa y que por ahora no quería hacerlo, le pregunté si tenía problemas de salud y me dijo que lo normal para su edad, por suerte nada grave…combinamos y fuí a verlo a su casa, lo encontré bastante bien pero había algo diferente en él y no me daba cuenta qué era, entre otras cosas me comentó que le preocupaba una creciente falta de memoria y le aconsejé que se olvidara de la memoria y se concentrara en algunos problemas menos importantes, pareció gustarle la idea y me lo agradeció, después de tantos años de amistad nunca antes le había preguntado si Nefelino era su nombre o un apodo y me explicó que era su segundo nombre, después de Alberto, y que se lo habían puesto en recuerdo de un tío suyo que se había radicado en Estados Unidos y había sido minero de profesión, Nefelino no conoció a su tío personalmente pero se escribían con frecuencia y por sus comentarios se había interesado en la cerámica la cual, finalmente, sería su profesión. A partir de esto comenzamos a hablar de nuestro tema habitual, la cerámica, y digo habitual porque siempre había sido así pero ahora noté cierta incomodidad de mi amigo y no pude evitar preguntarle el motivo, entonces me explicó que la cerámica comercial nunca le había interesado mucho y que al principio le habían fascinado algunas obras de arte que vio en un Salón Nacional, siempre soñó con ser escultor y vio en la cerámica un material apto para lograrlo, como era una persona muy práctica pensó que fabricando piezas cerámicas comerciales ya tenía el aprendizaje, y el equipamiento, asegurado y así fue en sus comienzos, después formó una familia y sus planes fueron cambiando, había que ganar dinero y no quedaba tiempo para su proyecto artístico, pasaron los años y nada cambió, su vocación frustrada lo llevó a la depresión y al fracaso y hoy, ya más que un veterano, depende de una jubilación exigua, lo que más me llamó la atención fue que durante tantos años de amistad no me lo había comentado antes, quizás hubiera podido ayudarlo y ahora, seguramente, ya era tarde…Cuando regresaba a mi casa, reflexionando sobre esta situación, tuve la casi certeza que ya no lo volvería a ver…
VIEJOS CERAMISTAS …
Julio Gómez - Julio2021