Hace ya casi veinte años, leyendo un libro sobre antiguas técnicas cerámicas, ví por primera vez la palabra “WNSKFF”. Según recuerdo era el nombre de un tipo de material cerámico utilizado en la elaboración de objetos rituales en la región que hoy conocemos como Escandinavia, todo eso antes del siglo X. El nombre de este material me pareció muy extraño e intenté, repetidas veces, pronunciarlo pero no pude. En ese momento no me preocupó demasiado aunque me quedó un sentimiento de frustración.
Quise seguir leyendo el libro pero no podía hacerlo pues algo me obligaba a releer ,reiteradamente, el tema del “WNSKFF”: Me llamaba la atención que esta palabra no tuviera vocales y eso, evidentemente, dificultaba su pronunciación. Suspendí la lectura por unos días y durante ese tiempo proseguí con mis intentos de pronunciar ese nombre tan difícil, pero no lo conseguí. En ese período me fui dando cuenta que, en forma no consciente, repetía continuamente esa palabra y me preocupó muchísimo que una mañana, al lavarme los dientes y con la boca llena de espuma, me viera en el espejo, con expresión imbécil, tratando de pronunciarla. Ya bastante alarmado decidí confiar mi problema a un amigo, que hacía tiempo no veía, experto en ciencias ocultas y gran conocedor de historias fantásticas.
Luego de escucharme atentamente me dijo que mi caso se podría clasificar dentro de lo que se conocía como “palabras malditas”. Me explicó que estas palabras arrastraban un maleficio, la mayor parte de las veces desde épocas remotas, y generalmente se apoderaban de la mente de aquellas personas que se interesaban en ellas. Él creía que “WNSKFF” era una de esas palabras y quiso tranquilizarme explicándome que en la primera etapa no era un asunto peligroso aunque no debía descuidarme pues a largo plazo podía resultar fatal. A continuación me dijo que un remedio, que él conocía, consistía en profundizar los conocimientos sobre el tema en cuestión y que luego, por saturación, se iniciaba el camino de retorno y agregó que en algunos casos casi no quedaban secuelas. Cuando nos despedimos creí percibir cierta compasión en su mirada.
A partir de ese diagnóstico y sus consejos no me quedaba otra alternativa que ensayar el remedio sugerido y así estuve varios años estudiando el tema lo cual no fue nada fácil por la escasa información disponible. Un día navegando en internet, descubrí algunas referencias y con sorpresa ví que el nombre de ese material estaba escrito como “WINSKFF” con esa i latina que facilitaba su pronunciación.
Sentí un gran alivio y durante varios días la pronuncié continuamente hasta desintoxicarme. Después llamé a mi amigo para comunicarle la noticia y también agradecerle. Me dijo que se alegraba mucho y cuando quise invitarlo a cenar, para festejarlo, me explicó que por ahora no podía pues estaba muy ocupado estudiando a fondo un tema por culpa de una palabra que lo tenía a mal traer.
WNSKFF
por Julio Gómez - 03/2005