COMO TANTAS OTRAS VECES

por Julio Gómez - 11/2010

Un grupo de ceramistas, preocupados por la escasa repercusión de su actividad, me convocó a una reunión que se haría para debatir la situación, me explicaron que habían leído algunos comentarios críticos en mi Revista Cerámica y pensaron que mi opinión podía ser útil para esclarecer algunas cosas que no lograban entender.Por mi parte pensé que yo tampoco entendía muchas cosa pero preferí no comentarlo, por las dudas. Llegado el día de la reunión, de los numerosos convocados concurrieron muy pocos y esto preocupó a los organizadores que esperaban una mejor respuesta. Cuando pidieron mi opinión al respecto no pude evitar recordar algunas experiencias anteriores y les dije que esto era siempre así, como que a la mayoría de los ceramistas les importaba poco o nada el futuro de su actividad, sin embargo también recordé que en alguna discusión sobre este tema la mayoría opinó que su trabajo les interesaba y mucho, pero en la práctica no lo demostraban. un exceso de individualismo impide que se desarrollen proyectos comunes, especialmente aquellos que tienden a promover la actividad cerámica fuera del cerrado círculo habitual. Alguien opinó que los ceramistas realizan su trabajo para que lo vean otros ceramistas y no el público que tendría que ser el verdadero destinatario de su obra y en este caso estuve completamente de acuerdo. También recordé que en un debate, realizado hace algunos años en el Centro de arte cerámico, opiné, y fundamenté, que a la cerámica en general y a la artística en particular le faltaba un trabajo de marketing, indispensable a la hora de hacer conocer nuestra actividad y así llegar directamente al público interesado. Como la sugerencia era contratar a un especialista para diseñar una estrategia apropiada se dijo que no podían pagar los gastos básicos y menos a un especialista. Convencido de que era la única posibilidad comprometí a un amigo, técnico en marketing y por añadidura ceramista, para que colaborara, gratuitamente, en este proyecto. Hice los contactos necesarios con la gente del Centro y nunca llamaron a mi amigo. Todavía hoy, cuando nos encontramos, me pregunta que pasó y no sé que decirle. Esta experiencia me demostró que no siempre la falta de recursos ( económicos) es el impedimento para concretar algunos proyectos y que pesa más, como en este caso, la falta de voluntad de los responsables. Finalmente, al concluir la reunión, no quedó nada que sirviera para mejorar la situación y este fue unos de los tantos intentos que se van repitiendo inútilmente. Por mi parte lamento mucho que esto sea así ya que tengo otras expectativas y vuelvo a preguntarme si mi actual tarea tiene algún sentido.