EVALUACIONES

por Julio Gómez - 08/2012

En cierta ocasión tuve una entrevista con un ceramista, cuyo nombre me reservo, quien me comentó que leía habitulmente mis relatos sobre hechos de la cerámica y que él , a su vez, también escribía cosas pero siempre referidas a alguna de sus obras, a modo de comentario.
Me pareció una idea muy interesante y le dije que me gustaría leer algunos de dichos escritos con la posibilidad de poder publicarlos junto a las imágenes de las obras comentadas, contrariamente a lo que yo esperaba pareció no agradarle este ofrecimiento y me dijo que por el momento no, que tendría que pensarlo. Algún tiempo después volvió a conectarse conmigo y me dijo que a partir de haberlas estudiado cuidadosamente pudo seleccionar algunas obras, y sus textos, para que yo pudiera considerar, si es que mantenía mi oferta, la posibilidad de su publicación. Le dije que me seguía interesando su idea y que cuando quisiera me podía acercar imágenes y textos para su evaluación, pero evidentemente elegí mal la palabra «evaluación » por que me dijo, bruscamente, que el no pretendía ser evaluado y sí leído y comprendido. De inmediato le aclaré que la «evaluación» la hacía yo en función del interés que creyera generar en los lectores y que estos tendrían que leerlos y comprenderlos en la medida de sus posibilidades, entonces pareció darse cuenta de su exabrupto y me pidió disculpas explicándome que desde su niñez se sentía continuamente » evaluado» por sus padres, parientes, maestros y hasta por sus amigos más cercanos y esto le producía un gran malestar y de ahí su reacción ante mis palabras, siguió hablando largo rato sobre este mismo tema y finalmente tuve que interrumpirle diciéndole que ya lo había entendido y estaba de acuerdo con sus razones, de inmediato se puso de pie, muy enojado, y me dijo que ahora veía que yo también lo estaba «evaluando» y que esperaba otra actitud de mi parte, rápidamente se alejó del lugar murmurando vaya a saber que cosas. Por mi parte quedé reflexionando acerca de este incidente y desde ya decidí que cuando lo volviera a ver le recomendaría algún psiquiatra para su » evaluación» mental.