ANTIGÜEDADES

por Julio Gómez - 09/2011

En alguna oportunidad, recorriendo el barrio de San Telmo y sus tiendas de antigüedades, encontré algunas piezas cerámicas que me parecieron muy interesantes. A continuación le solicité al dueño del local alguna información sobre aquellas piezas y este señor, que parecía gran conocedor de las mismas, me advirtió que eran solamente viejas cerámicas y no antiguas como mucha gente creía. Entonces me interesó saber como diferenciaba, así a simple vista, las cerámicas viejas de las verdaderamente antiguas. Enseguida me explicó que era por que tenía ya muchos años de anticuario y se daba cuenta de inmediato pero que lo más importante era tener bien claro que » antigüedades eran las de antes» . Esto me pareció una explicación graciosa y se lo dije pero me aclaró que no era una broma o un juego de palabras sino la verdadera esencia de su profesión. También me explicó que, a su criterio, el hecho de diferenciar las cerámicas viejas de las verdaderamente antiguas no dependía tanto de la época en que fueron realizadas sino de la intención de su autor al momento de hacerlas. Esto último no lo entendí bien y le pedí que me lo aclarara, sonrió con picardía y me dijo que mucho más no me podía decir al respecto. Me quedé bastante confundido y me fui reflexionando sobre el tema sin poder sacar ninguna conclusión lógica.
Tiempo después, visitando talleres de cerámica, descubrí en uno de ellos algunas de esas piezas que tenía en su tienda el anticuario y al preguntarle al ceramista me comentó que su especialidad era la réplica de cerámicas antiguas. Cuando opiné que las veía tan bien hechas que realmente parecían antiguas me dijo, sin falsa modestia, que » antigüedades eran las de antes» !.