Hikidashi y Raku: To be or no to be

 Por María Jesús Sarmiento / 03.2008

Han transcurrido siete años desde que José Antonio Sarmiento (León 1956, España) pasó unos meses en Japón, como artista invitado en el estudio de Ryoji Koie. Viendo trabajar al internacional artista japonés, escuchó el término “hikidashi” por primera vez. En relación con la cerámica, hikidashi es una voz japonesa que se aplica a la acción de extraer con largas tenazas una pieza del horno ‘al rojo’ (incandescente) en baja o alta temperatura, según las necesidades de la arcilla y el esmalte, hasta una caja refractaria donde se deja enfriar sin más, o se trata con humo en caliente si se prefiere. Buscando la interpretación del término en español, lo más simple es describir propiamente la acción, esto es: ‘cerámica sacada al rojo’ (la traducción literal es: caja o cajón; en inglés “box”). ‘Hikidashi-guro’ (negro) es una variante del término; se refiere a cuando el hierro contenido en la pasta y el esmalte reacciona oxidándose al enfriarse bruscamente después de extraer la pieza al rojo en alta temperatura. Un ejemplo tradicional de hikidashi-guro, también conocido como ‘Seto-guro’, puede verse en los cuencos extraídos en caliente del anagama del desaparecido maestro Arakawa, (Seto es el nombre de la ciudad, y también el de la cerámica que de ella procede).
Cada artista en su estilo, al utilizar este procedimiento aporta su filosofía y lenguaje personal desde su tiempo. Trabajando de este modo son consideradas obras maestras contemporáneas las piezas de Koie Ryoji (extraídas al rojo del horno de gas o leña, no importa), en las que se aprecian una potente fuerza expresiva y la belleza de los esmaltes aplicados con personalidad a sus formas (negro, blanco, verde oribe y las huellas del fuego). Muy valorado es también el ‘hikidashi-guro’ de Tsujimura Siro; son maravillosos sus cuencos de té sacados al rojo desde su anagama (impregnados de profunda austeridad, espiritualidad Zen y naturaleza).

El contacto con estos autores, y especialmente el tiempo pasado al lado del maestro Koie, le dio a José Antonio Sarmiento la oportunidad de reafirmarse en sus convicciones. Durante veinte años él había trabajado sin descanso, reflexionado sobre el sentido del arte a través de estos procedimientos. La obra de los ceramistas de la casa Raku había sido la ignición para el punto de partida (aunque hasta que no visitó en Kyoto su museo, nunca había visto realmente estas piezas). Sin embargo, la motivación se definió con la experiencia de cada día, con el estímulo de los resultados conseguidos o aprendiendo de los errores. Aún sin olvidar la reticencia sostenida respecto a la conveniencia o mejor dicho inconveniencia de su denominación como rakú, aunque fuese con minúscula. Hecho que tampoco restó seguridad e interés al resultado, manteniendo incluso una actitud militante para insertar en el arte español el reconocimiento de la genuina expresión de un cuenco, en el mismo rango de una escultura; en caso de hacerse con el mismo sentido como es su intención. La acción ‘al rojo’, ha representado para José Antonio un modo directo de entender el proceso y de avanzar en el conocimiento de la cerámica. Los ceramistas Raku con sus cuatrocientos años de tradición le inspiraron en el concepto. Raku Kichizaemon XV es la presente generación de una tradición ininterrumpida que hoy continúa; reteniendo la sabiduría de sus ancestros hace cuencos a mano (sacados al rojo desde un pequeño horno, que cuece cada pieza individualmente), y al mismo tiempo aporta su visión personal y contemporánea. Su obra, junto a la de sus predecesores, puede contemplarse en Kyoto en el Museo Raku y ahora también en un pabellón que especialmente a este artista le dedica el museo Sagawa (Sagawa art Museum). En España, José Antonio comunica estos hallazgos y las conclusiones extraídas en su experiencia japonesa. Yo le he acompañado colaborando con él por medio de conferencias pronunciadas como complemento de sus cursos ‘hikidashi /sacar al rojo’.

Hay casos en los que el tipo de cocción o la forma en que el fuego es aplicado para hacer cerámica, se incrusta en la obra como eje inseparable del proceso creativo. Cuando esto ocurre la acción es: extensión de la mano, la mente y emoción del artista. El método y como se emplea, más allá de la técnica, refleja un modo de entender y sentir el arte. Retiene toda la fuerza de su motivación y reflejo, para transparentar su verdadera utilidad. El artista trabaja para establecer comunicación y su obra es la consecuencia de enfrentarse al mundo y a lo que nos concierne. La cerámica de José Antonio Sarmiento profundiza en este sentido.