ATRAPADO

por Julio Gómez - 05/2013

A principios del año 2011 me llamó un señor que quería hablar conmigo por indicación de un amigo en común, combinamos una entrevista y mientras tanto me comuniqué con mi amigo para pedirle referencias de esta persona, no solamente me dió muy buenas referencias sino que también me recomendó que tratara de llegar a un acuerdo con él por que era un importante inversor que ahora quería intentar algunos negocios en el ámbito de la cerámica artística y eso podía proporcionarme interesantes beneficios. Cuando nos reunimos y luego de hablar generalidades noté que en ningún momento intentó abordar el tema de los negocios que comentó mi amigo, entonces tomé la iniciativa y le pregunté por que motivo quería hablar conmigo y al oirme pareció aliviado, me explicó que había ganado bastante dinero en el mundo de los negocios, generalmente en emprendimientos no convencionales, y eso se lo atribuía a tener un olfato muy desarrollado para elegir lo que más le convenía. Luego de escucharlo no pude evitar preguntarle por que pensaba que en el Arte cerámico podía encontrar oportunidades de hacer buenos negocios y me dijo que todavía no lo tenía bien claro pero como su mujer se había aficionado a la cerámica artística y esto le requería la mayor parte de su tiempo él se encontraba mucho más libre, y tranquilo, y entendía que era una señal auspiciosa, entonces me arriesgué a opinar que no creía que en el Arte cerámico se podían encontrar vetas aptas para ganar mucho dinero y me contestó, de forma tajante, que eso lo dejara por su cuenta y que de mí necesitaba que lo guiara dentro de este medio que desconocía, su planteo me pareció razonable y al pensar que no era mi dinero el que podía estar en riesgo decidí aceptar la posibilidad de encarar algún negocio. A partir de este primer acuerdo tuvimos una serie de reuniones durante las cuales le fui detallando variados aspectos del Arte cerámico en nuestro medio, en todas las oportunidades se lo veía muy interesado y en ocasiones sus ojos brillaban intensamente. Un día que lo llamé para combinar otra entrevista me atendió su mujer que me pidió que lo disculpara por que en esos días su marido estaba terminando unos trabajos pendientes y que me avisaría cuando estuviera desocupado.
Pasaron un par de meses y al no tener novedades decidí llamarlo para ver como seguíamos con las tratativas, me volvió a atender su mujer que me comentó, con voz angustiada, que su marido la había desplazado de su taller y que ahora era él quién se ocupaba de hacer cerámica artística y que solamente salía del taller para ir al baño o para dormir un par de horas a la madrugada, cuando colgué el teléfono me dí cuenta que de una manera u otra yo estaba en lo cierto.