Concursos/
por Julio Gómez - 10/2005
Hace un poco más de dos años tuve una entrevista
con un señor que se había interesado por mis actividades dentro
de la cerámica y se conectó conmigo por intermedio de una
amiga en común. Durante dicha entrevista me comentó que su
ocupación actual era la de organizar concursos competitivos,
durante varios años de residencia en Estados Unidos había
trabajado en una agencia especializada en esos eventos y ahora
aplicaba esa experiencia al haber regresado a nuestro país.Cuando
le pregunté si ya conocía el ambiente de nuestra cerámica
artística me dijo que hasta ahora solamente se había relacionado
con productores agropecuarios y había organizado varios concursos,
con importantes premios, para el rubro “Embutidos de cerdo”.
Agregó a continuación que habían sido muy exitosos, uno de
ellos fue transmitido en vivo por canal 7 y ahora quería incursionar
en temas relacionados con la cerámica artística y por tal
motivo recurría a mí. También me explicó que su esposa había
estudiado cerámica, con una famosa artista, durante su residencia
en los Estados Unidos y por su influencia había elegido esta
actividad para sus futuros concursos. Ahora yo empezaba a
entender un poco y a partir de ello le advertí que entre los
“Embutidos de cerdo” y la cerámica artística había una diferencia
más que considerable. Me replicó, prestamente, que lo único
diferente era el material utilizado pero el espíritu de competencia
era exactamente igual en ambos casos. Durante la siguiente
media ahora me dio una clase magistral sobre concursos competitivos
y terminó aclarándome que la temática de dichos concursos
tenía una importancia secundaria y lo único que había que
considerar, en forma excluyente , era el beneficio económico.
Intenté argumentar que en el campo del arte no todo era dinero,
que también había otras cosas y me dijo que no fuera ingenuo
que eso pudo haber sido en otras épocas pero ahora era como
él decía. La discusión me puso algo nervioso y me levanté
diciéndole que lo iba a pensar más tranquilo y luego volvería
a comunicarme. Cuando iba de regreso a mi casa me sentía más
tonto que antes. |