MARIA CARMEN BRUNI

María Carmen Bruni, nació en Rosario y realizó sus estudios en la ciudad de La Plata, en la se recibió de Profesora en Artes Plásticas (UNLP) con Orientación CERAMICA. Luego vivió varios años en Italia, donde completó su formación artística.
A su regreso se desempeñó como Docente de Cerámica en la Universidad de La Plata, formando a numerosos artistas, como Carmen Borgiorno, Malena Yagas, Hebe Luaces, Charo Perelli, Mónica Benavent, Marga Court, Alejandra Marinangelli, Marcela Anacleto, Ani Bejarano, Gabriela De Ponti, Cecilia Antonioli, Chichí Labat, Alicia Francese,  Graciela Olio, Marcelo Moviglia, entre muchos otros.
Agradecemos a Marcelo Moviglia quien nos envía mayor información y sus comentarios:

Conocí a María Carmen Bruni (Beba), desde 1977, cuando estudiaba Cerámica en el taller de la Facultad de Bellas Artes. En ese año habían ingresado como equipo docente de la Cátedra Teodolina García Cabo (Prof. Tular) y  Beba Bruni (Prof. adjunta) Equipo de Cátedra.
No solo tuve la gracia de ser su alumno durante mi carrera, y luego pude seguir compartiendo con ella al ingresar a trabajar a la cátedra.
Siempre contestaba nuestras consultas, generosa con todos sus conocimientos, prestaba sus libros -en una época que no había internet-, ella siempre dispuesta. Era muy clara y muy precisa en sus explicaciones. Pero tal vez lo que más me guardo de ella es que no nos creaba una mística de la cerámica de “la que no existe”, sino que nos enseñaba que la cerámica es una vía para crear, que es posible y requiere método y mucha paciencia. Que hay que dedicarle tiempo y hay que perfeccionarse…. pero todo eso con la alegría, con tranquilidad.
La recordamos con mucho cariño, con mucha cercanía y calidez. Como docente tuvo una actitud maternal para con muchos, sin dejar de tener excelencia profesional. Constantemente nos impulsaba y ayudaba.
Beba también desarrollaba actividad en su  taller, combinando la enseñanza del oficio, con la elaboración de objetos y la creación de obra artística. Diseñaba regalos empresariales, le encargaban producción. Para ello se vinculaba con distintos colaboradores y profesionales, encargándoles la realización de distintas tareas al encarar estos trabajos.  De esta manera distribuía las tareas. Si bien ella trabajaba en coordinación y elaboración, también daba oportunidades de trabajo a otros. A mí me encargaba la moldería, y me permitió mi primer trabajo. Esto duró bastante tiempo, ya que tenía muchos encargues, debido a su buen gusto y mucha calidad en lo que producía.
Una obra muy importante con la que contamos en la ciudad de La Plata, es el Mural de la Virgen de Luján que está emplazado en el interior del Museo de Arte Contemporáneo de la Universidad Católica. Raúl Soldi había donado los bocetos a tamaño natural de un mural que él realizó en representación de Argentina en la Basílica de Nazaret (construída en torno a las ruinas de la casa original de la virgen María), cuyas paredes contienen pinturas de las distintas advocaciones  típicas de distintos países A Soldi le encomiendan esta tarea, de manera que recrea la imagen de la Virgen de Luján, con una pintura al fresco. Entonces el artista autoriza que se reproduzca su obra, pero en otro material, por lo que se decide realizarlo aquí, en cerámica.
Beba desarrolló un gran trabajo de investigación, con la modificación de esmaltes comerciales para lograr la gama de colores similar a la que había utilizado Soldi con materiales totalmente distintos. Yo tuve la posibilidad de visitar su taller y ver cómo registraba su trabajo, las pruebas que hacía. La obra reproducida en cerámica, y aún hoy se mantiene intacta. Si bien es una imagen de Soldi, lo más interesante y tal vez haya sido éste el motivo por el que contrataron a Beba, es que tiene mucha similitud, una resolución muy parecida a la de Soldi, con un trazo muy parecido.
Paralelamente, fue docente en la carrera Profesorado en Artes Plásticas, que había en el “Instituto Superior Nepomuceno Terrero”, de la Arquidiócesis de La Plata, allí conoció a Queca Barilari, laica consagrada. No solo trabaron una profunda amistad, sino que también conformaron un “aceitado” equipo de trabajo.
Así fue que en torno al año 1980, cuando se planteó la posibilidad de terminar la Catedral de La Plata, se presentaron al Concurso Internacional del diseño del “Rosetón de la Catedral de La Plata”. Optaron por desarrollar la temática iconográfica del Apocalipsis, expresando una rica profusión de imágenes y símbolos.
Reciben el tercer premio. Cuando en 1982, se debía concretar la obra, se detiene todo tipo de obra pública, porque todos los fondos fueron destinados para la guerra de las Malvinas.
Luego, a fines del siglo XX, cuando se decide continuar, convocan a los premiados, y por imposibilidad de recurrir a los dos primeros puestos del concurso, terminan llamándolas a Barilari/Bruni, quienes toman contacto con el vitralista Felix Bunge, un mendocino encargado de materializar el diseño. El trabajos posterior consistió en ajustar sus bocetos a la técnica de vitral y a partir de ahí se realiza el rosetón y también sus dos ventanas laterales.  Luego sobrevienen otros trabajos para el mismo templo como “La virgen de la luz”, para una ventana, cuyo diseño muestra claramente el estilo de Beba, también en la capilla del Santísimo Sacramento, el baptisterio, y lo último que hicieron fue una la imagen del vitral del recinto donde están los restos de la beata Sor María Ludovica. En ese ventanal hicieron una recreación de su Sor María Ludovica con niños. De esta forma, Bruni y Barilari fueron referentes de vitral para la Fundación Catedral.
A partir de la obra del Rosetón de la Catedral, ella siguió desplegando la iconografía de esas imágenes y realizó una serie de obras, aplicándolas en murales y vasijas decoradas monocromáticamente.
En cuanto sus cualidades personales, fue una mujer que estaba dispuesta a todo y a todos… siempre muy presente en su familia, amaba a su esposo, quien la acompañaba y alentaba todo el tiempo.
La cerámica era parte de su vida, junto con su familia…Ella lo expresó muy bien en un mural que tenía en el comedor diario de su casa, que representaba a “sus hijos” y ocupaba toda la pared. Era lo primero que quería que vieran cuando alguien entraba a su casa.
Es un orgullo haber sido alumno de Beba. De su mano aprendimos a hacer y querer a la cerámica.